sábado, 18 de junio de 2016

DEL PIE A LA LETRA 7. EL ILUSIONISTA DE OSORIO



En la anterior entrega señalaba que, así sea momentáneamente, las potencias de fútbol europeo habían aplacado la insurrección de escuadras más débiles en primera instancia. Aunque en el plano estadístico resulta incuestionable, lo cierto es que el ánimo como cerraron sus respectivos partidos evidenció algo así como un descargo de tensión al menos. Me refiero a que Francia ante Albania, Inglaterra ante Gales con sus victorias obtenidas, y Hungría ante Islandia con su empate de última hora, festejaron de un modo hiperbólico, como si hubieran ganado la Copa Confederaciones por ejemplo. Más digno de festejo en todo caso hubiera sido celebrar de ese modo los goles de 22 compases, equivalentes a un melódico arpegio de sonata sinfónica, cortesía de España en su tercera diana ante Turquía, o en la segunda de Bélgica ante los irlandeses pundonorosos.


Bajo esta tónica, aunque no hubiera un sentido de pundonor precisamente de por medio, se impone el tema más relevante del día y no resulta fácil explicar la debacle del representativo de México en Santa Clara, esa forma en que los futbolistas chilenos cascarearon a los nacionales. Piénsese en algo así como una fatídica conjunción astral en la que si se contara con un capital para invertir en un circo, luego de comprarlo le crecen los enanos. Ni siquiera concuerda con el ámbito vigente del futbol mundial, pues lo mismo en la Eurocopa (ya lo hemos comentado) como en esta copa centenaria, los resultados son sumamente apretados: tan es así ayer Colombia tuvo que dirimir su derecho a acceder a las semifinales ir por medio de tiros de castigo desde los once pasos y hoy en esa misma distancia CR7 dejó ir su pase a la historia vistiendo la casaca lusitana, ambos encuentros rubricados con un 0 a 0 en el tiempo regular. Dicho contexto, y lo histórico de esta llenada de cuero, es lo que acentúa la índole humillante de semejante actuación (hasta parece una maldición divina y por andar mentándolas en el anterior escrito las siete plagas bíblicas nos cayeron encima en forma de anotaciones, en un estadio con nombre judío, para acabarla de amolar).


No obstante lo único más o menos coherente sería pensar que a partir de un sistema de juego sostenido con alfileres se juntó una tensión que al desbordarse mostró una diferencia de 7 goles que debieron entrar en la portería mexicana. Lo demás es inefable: ¿cómo es que los rebotes le caían a los rivales?, ¿cómo es posible que ni por error cayera una sola anotación de los "nuestros"?, ¿cómo asimilar que todo un equipo perdiera de un modo así de abrupto las nociones básicas de este deporte: cómo marcar (los chilenos tejieron un concierto de pases similar al baile del que hablábamos antes por parte de españoles y belgas), cómo hacer los recorridos, cómo apretar al rival (es increíble cómo se dejó a los delanteros andinos recibir cómodamente balones dentro del área mexicana para repartir a diestra y siniestra servicios de gol), cómo se achican los espacios (y no su mentalidad)?, ¿cómo entender que con 8 jugadores mexicanos en Europa ninguno siquiera a nivel individual mostrara el talento, o la enjundia o el carácter para evitar el naufragio?


Sin embargo, a pesar de lo entendible de la rabia desatada, pedir la cabeza de Osorio es reaccionar con la ídem demasiado caliente: tan engañosa es la losa del 7 a 0 de hoy como la marca de los 22 (el número del día) juegos consecutivos sin derrota. Era en realidad un gigante con los pies de barro al que hoy le echaron su regadita de tobillos, un montaje de un ilusionista que de nuevo nos vendió espejitos a cambio de oro (¿no pasó lo mismo con Sven Göran Ericsson?). La misión que se impone ahora es la de búsqueda del santo grial del término medio algo que, quizás como enseñanza principal, se colige que podría ser la razón clave para prescindir del actual entrenador (hemos visto ya cómo conduce a este equipo hacia los extremos), pero una decisión en todo caso meditada, resuelta en función de un plan de trabajo bien estructurado. Pero es pedir demasiado y ya puedo adivinar una reacción visceral por parte de la Federación Mexicana de Fútbol.


Y bueno, tampoco se puede ser tan contenido, porque a diferencia de los que estuvieron en la cancha de los 49's, uno no tiene atole en la venas. Quien siembra vientos, cosechará tormentas, así que aquí va mi...

Apostilla: Dicen que en esto del futbol se gana o se pierde, pero al menos se compite. Esto último fue lo que dejaron de hacer los ratones verdes reloaded...

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