
Pero además de ello, si uno
revisa con detenimiento el análisis de Pasolini se topa con una revelación
sorprendente: el catenaccio puesto en
juego (literal) por la squadra azzurra
sigue estando vigente. Es decir, en México 70 se enfrentó al real strach du ouro y fue ampliamente
superado, pero eso no quiere decir que se tratara de un esquema de juego
inoperante: de hecho fue algo más que el sistema del cerrojo lo que les
permitió a Riva y compañía superar al cuadro teutón del experimentado Gerd
Müller y del joven Franz Beckenbauer. Pues bien, en esta Eurocopa de 2016
Italia amenaza seriamente con volver a situarse en la final como hace 4 años
debido a que está haciendo valer algo más que su tradicional performance
futbolístico. Como si estuviera actualizando esa moda de adoptar nombres
foráneos, sus delanteros Graziano Pellé y Eder Citadin Martins evocan
a las glorias mundialistas de Brasil (en el caso del segundo debido a que en
efecto, el susodicho es futbolista carioca naturalizado italiano) y sin
alcanzar los altos vuelos de sus antecesores, lo cierto es que algo de ellos
permea su juego porque en parte los
impulsa con una vocación ofensiva y de creatividad a la
hora de merodear por el área enemiga. Por mera cuestión geométrica el marcador
no fue el mismo que ante Bélgica porque el cabezazo de Parolo (el “apalabrado”,
sería en castellano) fue a dar al travesaño, pero dicha jugada realza que el marcador
no podría más que favorecer a los azzurri.
Así como Italia, la insurrección
de los débiles (en el papel, en cuanto a curriculum
y tradición futbolística) fue apagada por Francia derrotando a Albania, por
Inglaterra haciendo lo propio con Gales y hoy mismo por España ante Turquía,
fugaz revival de la célebre batalla
de Lepanto en la que el ilustre muerto de hace 400 años, Miguel de Cervantes
Saavedra sufrió el percance de perder un brazo (afortunadamente el derecho,
porque en ese momento, 1571, aún no había escrito la obra cumbre de la lengua
española). Daban asimismo la impresión de ser más parejos el duelo entre
Irlanda del Norte y Ucrania, mismo que se decantó a favor de los primeros (finalmente
con mayor historial en campeonatos internacionales de balompié que sus
contrincantes) al son de 2 goles a cero, mientras que República Checa y Croacia
estaban por sellar un tanteador idéntico en beneficio de los últimos hasta que las
bengalas arrojadas (dicen) desde las tribunas croatas terminaron por
desconcentrar a sus compatriotas que incluso el defensor Vida se pensó viviendo la ídem loca y atacó el balón como si de voleibol o
balonmano se tratara, obsequiando casi con todo y moño el penalti de la
igualada a 2. Pero más allá de la numeralia, si nos apoyáramos en el platónico mito
de la caverna, tendría que decir así como en el caso de Italia, todo aquello
que figura ante nuestros ojos evoca una imagen anterior. En el partido entre
República Checa y Croacia, ¿cómo no pensar en que detrás de esas playeras
jugaron los fantasmas de las dos extintas entidades políticas, Checoslovaquia y
Yugoslavia respectivamente, selecciones a las que alternativamente se les
denominó como “los brasileños de los Balcanes”? El gol de Rakitic y el de Skoda
(que valió la pena más bien por la participación de Rosicki con un pase de tres
dedos) apuntan justamente hacia esa dirección.
En el poniente del globo
terráqueo mientras tanto, la predicción de que se perfilaba un camino allanado
para el combinado de las barras y las estrellas se corrobora y comienza a soliviantar
la posibilidad de ver a Estados Unidos como un rival de cuidado. Parece pues
cantada la disyuntiva de que ya sólo Argentina podrá detener su ascenso.
Apostilla: me pregunto si alguien allá arriba considerará
sacrílego jugar 5400 segundos siendo que los goles decisivos llegan hasta los
últimos doce minutos y tal sea la razón por la que calamidades semejantes a las
7 plagas bíblicas nos están cayendo en la actual Eurocopa con granizadas, batallas campales de fanáticos dentro y fuera de las tribunas,
balones desinflados y temerarias bengalas estallando e incendiando (literal) el
terreno de juego.
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