sábado, 18 de junio de 2016

DEL PIE A LA LETRA 6. OTRA DE LOS BRASILEÑOS DE LOS BALCANES



En 1970, tras la final del Campeonato del Mundo (que es su verdadero nombre), Pier Paolo Pasolini acuñó un término que es deudor de los estudios lingüísticos: si la unidad mínima de significado es el semema y la unidad mínima sonora es el fonema, en el caso del fútbol, por jugarse con los pies, a la subdivisión del juego (el drible o el pase) bien se le podría denominar como podema: “«palabras futbolísticas» y el conjunto de las "palabras futbolísticas" forma un discurso, regulado por auténticas normas sintácticas”. El parangón es llevado por el creador de Saló o las 120 noches de Sodoma hasta el extremo de plantear que por eso, así como en la cancha hay 22 jugadores, en italiano son 22 los fonemas que componen este idioma.  A partir de ahí el escritor, poeta y director de cine efectúa una descripción gráfica y muy ilustrativa de cómo era el sistema de juego de Brasil y el de Italia para obtener una fórmula que colocaba a éste como un lenguaje de prosistas y a aquél como uno propio de poetas. Como la poesía es superior a la prosa el resultado ineluctable tenía que ser 4 a 1 a favor de los poetas brasileiros.


Pero además de ello, si uno revisa con detenimiento el análisis de Pasolini se topa con una revelación sorprendente: el catenaccio puesto en juego (literal) por la squadra azzurra sigue estando vigente. Es decir, en México 70 se enfrentó al real strach du ouro y fue ampliamente superado, pero eso no quiere decir que se tratara de un esquema de juego inoperante: de hecho fue algo más que el sistema del cerrojo lo que les permitió a Riva y compañía superar al cuadro teutón del experimentado Gerd Müller y del joven Franz Beckenbauer. Pues bien, en esta Eurocopa de 2016 Italia amenaza seriamente con volver a situarse en la final como hace 4 años debido a que está haciendo valer algo más que su tradicional performance futbolístico. Como si estuviera actualizando esa moda de adoptar nombres foráneos, sus delanteros Graziano Pellé y Eder Citadin Martins evocan a las glorias mundialistas de Brasil (en el caso del segundo debido a que en efecto, el susodicho es futbolista carioca naturalizado italiano) y sin alcanzar los altos vuelos de sus antecesores, lo cierto es que algo de ellos permea su juego porque en parte los impulsa con una vocación ofensiva y de creatividad a la hora de merodear por el área enemiga. Por mera cuestión geométrica el marcador no fue el mismo que ante Bélgica porque el cabezazo de Parolo (el “apalabrado”, sería en castellano) fue a dar al travesaño, pero dicha jugada realza que el marcador no podría más que favorecer a los azzurri.


Así como Italia, la insurrección de los débiles (en el papel, en cuanto a curriculum y tradición futbolística) fue apagada por Francia derrotando a Albania, por Inglaterra haciendo lo propio con Gales y hoy mismo por España ante Turquía, fugaz revival de la célebre batalla de Lepanto en la que el ilustre muerto de hace 400 años, Miguel de Cervantes Saavedra sufrió el percance de perder un brazo (afortunadamente el derecho, porque en ese momento, 1571, aún no había escrito la obra cumbre de la lengua española). Daban asimismo la impresión de ser más parejos el duelo entre Irlanda del Norte y Ucrania, mismo que se decantó a favor de los primeros (finalmente con mayor historial en campeonatos internacionales de balompié que sus contrincantes) al son de 2 goles a cero, mientras que República Checa y Croacia estaban por sellar un tanteador idéntico en beneficio de los últimos hasta que las bengalas arrojadas (dicen) desde las tribunas croatas terminaron por desconcentrar a sus compatriotas que incluso el defensor Vida se pensó viviendo la ídem loca  y atacó el balón como si de voleibol o balonmano se tratara, obsequiando casi con todo y moño el penalti de la igualada a 2. Pero más allá de la numeralia, si nos apoyáramos en el platónico mito de la caverna, tendría que decir así como en el caso de Italia, todo aquello que figura ante nuestros ojos evoca una imagen anterior. En el partido entre República Checa y Croacia, ¿cómo no pensar en que detrás de esas playeras jugaron los fantasmas de las dos extintas entidades políticas, Checoslovaquia y Yugoslavia respectivamente, selecciones a las que alternativamente se les denominó como “los brasileños de los Balcanes”? El gol de Rakitic y el de Skoda (que valió la pena más bien por la participación de Rosicki con un pase de tres dedos) apuntan justamente hacia esa dirección.


En el poniente del globo terráqueo mientras tanto, la predicción de que se perfilaba un camino allanado para el combinado de las barras y las estrellas se corrobora y comienza a soliviantar la posibilidad de ver a Estados Unidos como un rival de cuidado. Parece pues cantada la disyuntiva de que ya sólo Argentina podrá detener su ascenso.


Apostilla: me pregunto si alguien allá arriba considerará sacrílego jugar 5400 segundos siendo que los goles decisivos llegan hasta los últimos doce minutos y tal sea la razón por la que calamidades semejantes a las 7 plagas bíblicas nos están cayendo en la actual Eurocopa con granizadas, batallas campales de fanáticos dentro y fuera de las tribunas, balones desinflados y temerarias bengalas estallando e incendiando (literal) el terreno de juego.

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