jueves, 21 de enero de 2010

Haití: entre fatalidad y la frivolidad...














Un hom
bre se levanta temprano en la mañana
se pone la camisa y sale a la ventana,
puede estar seco el día, puede haber lluvia o viento,
pero el paisaje real, la gente y su dolor
no los puede tapar ni la lluvia ni el sol.
Silvio Rodríguez

¿Quién puede mirar las imágenes del reciente desastre en Haití de manera objetiva? En definitiva no se puede uno parar de forma neutra en este mundo. Aquella historia del Conde Lucanor del burro, el niño y del anciano rubrica a perfección la historia de la humanidad. Hagamos un resumen de noticias para dar cuenta de ello.

a) Es imposible negar la existencia de una vorágine de sufrimiento que se desprende del temblor en Haití pero, a pesar de ser una catástrofe natural, ¿hasta dónde la mano del hombre no ha propiciado que el dolor se acentúe en el costado sangrante de esta isla caribeña? Pareciera que la madre tierra se ensaña con quienes de por sí han sido marginados de la estabilidad económica y el progreso. El territorio donde se ubica el país está escindido en dos naciones, República Dominicana, donde habita una población con mejores recursos, y Haití, la zona de los jodidos, por una barrera divisoria semejante (toda proporción guardada) entre México y los Estados Unidos. De ahí que Dominicana tenga un férreo control de los migrantes haitianos, digo, para no tener que mezclarse con ellos y que mejor de inanición se mueran tranquilos en su pedazo de terreno que les deparó el destino.

b) Una historia quizá no muy ficticia: un padre (pongámosle de nombre Abraham) logró rescatar de una barda derrumbada a su hijo (quien, por ende, puede llamarse Isaac), quien ya ha sido dado de alta en el hospital, sólo que tuvieron que amputarle una pierna y un brazo. El resto de su familia está muerta, o cuando menos oficialmente desaparecida. Con fijeza mira las hordas que se disputan los alimentos, una botella de agua que circuló en tres manos y acabó desparramada en el suelo. Meditando sus opciones cree que internarse en las áreas de cultivo es la mejor de ellas, pero su hijo no está en condiciones de seguirle y él carece de los medios para mantenerlo. Recuerda que cuando tenía su edad trabajaba en la zafra donde el patrón poseía un alazán al que se le quebró la pata y no tuvo más remedio que sacrificarlo. Detrás de su casa derruida logró sacar un hacha con la que más de una vez pudo alumbrar con una fogata la noche de la historia familiar. Ahora sólo tenía que esperar a que su hijo fuera vencido por el sueño. Tras un golpe seco las aves nocturnas que se hallaban en las ramas cercanas fueron las únicas que pudieron despertarse.

c) La base del capitalismo estriba en una necesaria división de clases. Hablar de países de primer nivel, otros de nivel secundario y los demás a un nivel terciario resulta conveniente para establecer las condiciones en las que las naciones desfavorecidas requieran de la ayuda foránea. Éste es el origen de la deuda externa de los países subdesarrollados. De este modo la colonización no ha terminado: Europa y Estados Unidos siguen depredando los recursos y el potencial humano del continente americano sin necesidad de una dominación política abierta. Pero qué digo, si la pobreza de Haití es estratégica en términos geopolíticos, a conveniencia del imperialismo yanqui que la propició a fin de tener, a cambio de ayuda "humanitaria", una base de operaciones en caso de un eventual conflicto armado con el régimen comunista de Cuba.

d) La frivolidad no deja de hacer su aparición: teletones y conciertos de rock son a la vez que labor filantrópica parte de ese juego. Kilos de ayuda para los damnificados al tiempo en que se enaltece la imagen de sus benefactores: una presentación gratis a cambio del engrandecimiento de la fama resulta un negocio altamente rentable. Así que no nos engañemos: ¿qué diferencia tiene esa labor con la que desplegaron los enviados oficiales de distintas cadenas televisoras para darnos las imágenes de la hecatombe "antes y mejor que nadie"? Corresponsales que serán galardonados por su desempeño para pelear el rating, mismo que se traducirá en ganancias netas para los empresarios de los medios: así es como se mide el estatus de heroísmo en estos aciagos días...