
El
chile. Por tratarse de una especia que agrega sabor (en la mayoría
de los casos, porque en otros platillos que abundan en nuestro país se convierte
incluso en el ingrediente principal), el partido “picante” fue, por así
decirlo, el Polonia versus Suiza. Bien
estructurado el gol de Błaszczykowski
pero más aún esa anotación de sublime plasticidad a cargo de Shaqiri (quien no
es la primera vez que nos deleita con ejecuciones magistrales, pues hace dos
años en el mundial de Brasil algo de esto había claramente evidenciado), uno de
los goles más bellos de los últimos años que haya visto y que precisaba de una
ejecución excepcional para horadar la hasta ese momento imbatida portería de
Fabianski. Llegados a la irremisible definición de los once pasos más que
exceso de temple siento como que hubo displicencia por parte de Xhaka al cobrar al ahí se va su tiro y luego más
que compungido se retiró mostrando una certidumbre de que hizo lo que tenía que
hacer y ni modo. Lamentaré no ver alguna otra genialidad de Shaqiri, pero me
consuela saber que Tomas Grosicki podría compensar dicha ausencia en cualquier
momento (y que Robert Lewandoski aún podría tener chance de estrenarse con un
gol en esta Eurocopa).
El
dulce. No sería más que por lo empalagoso mencionar este tipo
de sabor al referirme al partido entre Gales y Norirlanda. En lo personal lo
dulce estuvo en que la agonía de un juego apretado y de pocas, poquísimas
variantes no se prolongó más allá de los 90 minutos, y que la transmisión por
ESPN estuvo a cargo de dos magníficos cronistas, de lo mejor que en este
terreno tenemos en México: la siempre bien documentada y amena a la vez que
vibrante (para mí nadie sabe cantar los goles mejor que él) narración de Emilio
Fernando Alonso y el agudo análisis de Roberto Gómez Junco. Dulce podría ser
también la definición del enfrentamiento desde la perspectiva galesa, en tanto que en términos
factuales el rival les ahorró el último esfuerzo con un autogol (y casi de
minuto postrero) de Gareth McAuley, cerrando por esta vía el capítulo de una
confrontación netamente británica en el corazón de París y su Parque de los
Príncipes. McGovern, su portero, uno de los de mejor actuación, se unió a
Fabianski en lo inusitado del modo en que fueron vencidos: uno por una jugada
maestra, el otro poruna (des)cortesía de su propio compañero.
La
manteca. Mantecoso, farragoso y chato a la vez fue el duelo disputado entre
Portugal y Croacia, mismo que había creado grandes expectativas porque el
rendimiento de ambas escuadras en su anterior juego fue bastante agradable, por
decir lo menos. Lamentablemente tendremos en cuartos de final a un combinado
lusitano que con sólo un disparo al arco (como si el nombre de su anotador, Cuaresma, fuese el estigma para una
abstinencia de buen futbol) y sin haber ganado
en los 90 minutos reglamentarios un solo partido, esté en posibilidad de
figurar entre las cuatro mejores selecciones del continente. Ojalá que mañana
cuando aparezcan las escuadras llamadas históricas, se componga siquiera un poco
este panorama, si no la dosis de cafeína para mantenerme despierto tantas horas
frente a la pantalla en un día de asueto tendrá que aumentar.
Apostilla: Y
ya que hemos hablado del partido entre dos selecciones británicas, quizás no
esté de más mencionar la situación en la que se encontrarán inmersas por una
especie de “footexit”. Si bien los futbolistas del Reino Unido, a excepción de
Gareth Bale, no habrán de tener mayor problema para continuar su trayectoria
profesional dentro la Liga Premier del futbol inglés pues todos ellos militan
ahí, si durante este torneo alguno de ellos ha llamado la atención de algún club
continental, su traspaso sin duda se verá dificultado por el hecho de que, a
partir de 2018, serán considerados jugadores extranjeros y no comunitarios.
Gajes originados por la decisión de esa especie de autoapartheid decretado el
viernes pasado tras la votación del Bretxit.