sábado, 25 de junio de 2016

DEL PIE A LA LETRA 12. DE CHILE, DE DULCE Y DE MANTECA



No, no estoy adelantando mi comentario sobre el modo en que habrá de concluir la intervención de la selección chilena en la Copa América. El título de este escrito hace más bien referencia a lo acontecido durante la primera jornada de los octavos de final. Con todo y que tampoco podría calificarlos como enteramente disparejos, fueron partidos tensos, quizás como si pesara sobre ellos un inicio de fragmentación de la unitaria mancomunidad europea, claro, en términos futbolísticos; cerrados, en los que la apuesta radical era evitar a toda costa perder, y olvidando el principio básico de que, si no eres Italia, la forma más fácil de alejarse de la derrota es persiguiendo la victoria; por todo lo anterior dichos encuentros resultaron lamentablemente poco vistosos, excepción hecha del portento técnico de Xherdan Shaqiri con una chilena memorable. Pero vayamos por partes.

El chile. Por tratarse de una especia que agrega sabor (en la mayoría de los casos, porque en otros platillos que abundan en nuestro país se convierte incluso en el ingrediente principal), el partido “picante” fue, por así decirlo, el Polonia versus Suiza. Bien estructurado el gol de Błaszczykowski pero más aún esa anotación de sublime plasticidad a cargo de Shaqiri (quien no es la primera vez que nos deleita con ejecuciones magistrales, pues hace dos años en el mundial de Brasil algo de esto había claramente evidenciado), uno de los goles más bellos de los últimos años que haya visto y que precisaba de una ejecución excepcional para horadar la hasta ese momento imbatida portería de Fabianski. Llegados a la irremisible definición de los once pasos más que exceso de temple siento como que hubo displicencia por parte de  Xhaka al cobrar al ahí se va su tiro y luego más que compungido se retiró mostrando una certidumbre de que hizo lo que tenía que hacer y ni modo. Lamentaré no ver alguna otra genialidad de Shaqiri, pero me consuela saber que Tomas Grosicki podría compensar dicha ausencia en cualquier momento (y que Robert Lewandoski aún podría tener chance de estrenarse con un gol en esta Eurocopa).

El dulce. No sería más que por lo empalagoso mencionar este tipo de sabor al referirme al partido entre Gales y Norirlanda. En lo personal lo dulce estuvo en que la agonía de un juego apretado y de pocas, poquísimas variantes no se prolongó más allá de los 90 minutos, y que la transmisión por ESPN estuvo a cargo de dos magníficos cronistas, de lo mejor que en este terreno tenemos en México: la siempre bien documentada y amena a la vez que vibrante (para mí nadie sabe cantar los goles mejor que él) narración de Emilio Fernando Alonso y el agudo análisis de Roberto Gómez Junco. Dulce podría ser también la definición del enfrentamiento desde la perspectiva galesa, en tanto que en términos factuales el rival les ahorró el último esfuerzo con un autogol (y casi de minuto postrero) de Gareth McAuley, cerrando por esta vía el capítulo de una confrontación netamente británica en el corazón de París y su Parque de los Príncipes. McGovern, su portero, uno de los de mejor actuación, se unió a Fabianski en lo inusitado del modo en que fueron vencidos: uno por una jugada maestra, el otro poruna (des)cortesía de su propio compañero. 

La manteca. Mantecoso, farragoso y chato a la vez fue el duelo disputado entre Portugal y Croacia, mismo que había creado grandes expectativas porque el rendimiento de ambas escuadras en su anterior juego fue bastante agradable, por decir lo menos. Lamentablemente tendremos en cuartos de final a un combinado lusitano que con sólo un disparo al arco (como si el nombre de su anotador, Cuaresma, fuese el estigma para una abstinencia de buen futbol) y sin haber ganado en los 90 minutos reglamentarios un solo partido, esté en posibilidad de figurar entre las cuatro mejores selecciones del continente. Ojalá que mañana cuando aparezcan las escuadras llamadas históricas, se componga siquiera un poco este panorama, si no la dosis de cafeína para mantenerme despierto tantas horas frente a la pantalla en un día de asueto tendrá que aumentar.

Apostilla: Y ya que hemos hablado del partido entre dos selecciones británicas, quizás no esté de más mencionar la situación en la que se encontrarán inmersas por una especie de “footexit”. Si bien los futbolistas del Reino Unido, a excepción de Gareth Bale, no habrán de tener mayor problema para continuar su trayectoria profesional dentro la Liga Premier del futbol inglés pues todos ellos militan ahí, si durante este torneo alguno de ellos ha llamado la atención de algún club continental, su traspaso sin duda se verá dificultado por el hecho de que, a partir de 2018, serán considerados jugadores extranjeros y no comunitarios. Gajes originados por la decisión de esa especie de autoapartheid decretado el viernes pasado tras la votación del Bretxit.

viernes, 24 de junio de 2016

DEL PIE A LA LETRA 11. LA FÓRMULA DE ISLANDIA


Comencemos esta vez por este lado del charco. La selección de Colombia sucumbió en 11 minutos ante la inercia rítmica del juego desplegado por los chilenos, quienes al parecer entre este partido y el anterior ante México sólo lo vieron como un entretiempo y no bajaron las revoluciones sino hasta que cobraron conciencia de que repetirían estando en una final de la Copa América, más meritoria esta vez por alcanzarla fuera de su país. O quizás la causa de ello haya sido la suspensión por más de 2 horas de partido por el torrencial aguacero mandado como castigo por el dios Tláloc hasta el Soldier Field, enfriando de este modo sus motores de vuelo al grado de que si no fuera porque la expulsión de Carlos Sánchez mermó el empuje cafetalero seguramente este pase a la final se hubiera visto seriamente comprometido. Así las cosas el panorama resulta más que llamativo: en domingo se enfrentará esta escuadra chilena de plena operatividad colectiva (ayer ni se notó la ausencia de Arturo Vidal) versus el despliegue técnico y talento individual de los argentinos: para mí es un choque de pronóstico reservado.

Mientras tanto, allende el océano, el cierre de la etapa de grupos de esta Eurocopa 2016 tuvo ingredientes variados (más incluso que las divisiones de origen entre la Europa eslava, la germánica y la románica) que van desde lo previsible a lo inesperado y de lo grato a decepcionante en términos de performance futbolístico. Quizás por eso a la hora de revisar los enfrentamientos de octavos de final nos topamos con llaves sumamente atractivas, con un amplio historial, así como con otras de relativa expectación. Pero ya alguna vez Menotti, en la genuina (y realmente valiosa) versión del programa "Los protagonistas" (programa que salió al aire justamente hace 30 años, en 1986), declaraba que el buen futbol era como los gatos: cuando se les llama no vienen, y otras veces llegan cuando no se les invoca. 

Veamos por ejemplo el trepidante partido entre Portugal y Hungría en cuyo segundo tiempo uno no podía despegarse de la pantalla porque la acción de gol se suscitaba de forma vertiginosa en ambas porterías, lo cual fue un factor esencial para que se decretara el empate. Otros como el Ucrania versus Polonia (con cuyo resultado a favor de los polacos por la mínima diferencia dejó a los primeros en el inframundo de este torneo y a los segundos con el pase a la siguiente etapa para enfrentar a Suiza) resultó interesante más por evocar aquella conflagración entre ambas naciones apenas terminada la Primera Guerra Mundial y de la cual Ryszard Kapuscinski bien habría podido realizar un libro reportaje cuyo título fuera: “La guerra sin futbol”. Y justamente así, a título pero personal, no tenía mucha fe en presenciar grandes acciones entre magiares y lusitanos, quienes además de exhibir en conjunto un juego grato a la vista, nos permitieron confirmar el carácter protagónico de un lado del arquero húngaro Király, más que como un jugador pintoresco y demodé, y del otro el de Cristiano Ronaldo, con anotaciones en las que al ejecutar una inglesita y un cabezazo como recursos de los que hábilmente logró echar mano, pudo alcanzar un récord, ése sí personal, de ser el primer futbolista en anotar al menos un gol en cuatro Eurocopas.

No obstante lo más sobresaliente de esta jornada fue tanto la primera victoria como la primera calificación de Islandia a la siguiente ronda, todo ello en su primera participación en este tipo de competencia, desplazando de este sitio a Albania, selección que en su oportunidad mencioné que ya había alcanzado esta instancia. La felicidad de los jugadores ante este logro (para variar, con un gol en tiempo de compensación), la euforia del cronista de la televisión de aquel país durante la parte final de la transmisión, me hacen recalcar nuevamente lo retributivo que puede ser el futbol cuya semilla da fruto incluso en este territorio inhóspito, por frío y volcánico a la vez: de hecho imágenes, como ésta que acompaña a mi escrito, fueron durante mucho tiempo la noción más impactante que tenía de esta parte del mundo, el sitio donde la tierra emergía del océano. Así de irruptiva ha sido su intervención en este campeonato. En fin, que teniendo eso en mente me iré a dormir no sin antes proponerles una fórmula invertida que explique lo sucedido con el conjunto de futbol islandés: no creo que la clave de su éxito haya sido tanto por enfrentar esta Eurocopa con la emoción de la primera vez, sino que lo están haciendo como si fuera la última. Y ésta es una lección válida prácticamente para todos los órdenes de la vida.

Apostilla: como resabio del 22 de junio y el gol del siglo (¿habrá operado en él la magia desatada por la noche de San Juan?), hago un último apunte. El gol de la mano de Dios posee a plenitud los ingredientes de una especie de leyenda urbana. En mis recuerdos de hace 30 años registro que yo tampoco vi la mano en primera instancia y Andrés Burgo, en el libro citado en la anterior entrega de estas anotaciones, consigna que ninguno de los compañeros de Maradona en la selección argentina tampoco la vio. Este hecho a más de uno le hará levantar la ceja con incredulidad, pero yo sólo dejo un apunte sobre la mesa: no creo que ellos estén pretendiendo cubrir un hecho que demeritaría ese campeonato o pretendiendo negar la realidad, simplemente que como yo mismo quedaron encandilados por la magia. La belleza y lo portentoso poseen esa cualidad y al respecto me pregunto: ¿no habrán sido presas de un encanto semejante a la alucinación colectiva provocada por Orson Welles durante su lectura radial de La guerra de los mundos de H.G. Wells haciendo creer que, empezando por Nueva Jersey, en ese momento estaban siendo invadidos por los extraterrestres? No sé, atando cabos ahora pienso que quizás haya sido en parte por eso que Víctor Hugo Morales, en su ya icónica narración de aquel partido del 22 de junio, bautizó a Maradona como un “barrilete cósmico”.





miércoles, 22 de junio de 2016

DEL PIE A LA LETRA 10. UN CAMPEONATO “MADE IN MEXICO”

Mis memorias del mundial de México 86, en particular del domingo 22 de junio, son muy confusas, principalmente porque todavía estaba muy lejos de digerir lo acontecido con la selección mexicana un día antes en el Universitario de Monterrey. Conciencia tenía, y muy clara, que en el orbe futbolístico no existía nadie que se comparara con el Pelusa. Sin embargo en modo alguno esto quiere decir que ignorara lo que estaba en juego. Nada sabía de Galeano y de la denuncia de las mil caras que el imperialismo (fuera colonialista por parte de Inglaterra o fuera capitalista procedente de Estados Unidos) ha mostrado en América Latina. En su momento supe del dolor ocasionado por la guerra de las Malvinas y conforme a ello conocía el hondo valor patriótico de ese partido. Aparte de ello, si bien ya admiraba al desde entonces bautizado como Barrilete Cósmico, luego de esa tarde mi admiración por este excelso jugador que era ya no tuvo límite.

Un apoyo a mi ejercicio memorístico me ha llegado a través de las páginas del libro El partido (del siglo) de Andrés Burgo (Planeta, 2016), en el que lo anecdótico cobra vida con una intensidad incluso mayor que la de los hechos vistos en la mera búsqueda de esa hipotética y siempre escurridiza objetividad. La tesis central (creo yo) del libro consiste en demostrar que una serie de factores esencialmente de buena fortuna se conjuntaron en favor de los argentinos. Por principio de cuentas recuerdo que aunque no era poco probable, al inicio del torneo yo no sospechaba que podría darse esa llave en los cuartos de final; en la práctica este duelo resultó ser tan inesperado que los argentinos un día antes no contaban con la casaca con la que finamente jugaron: apenas un día antes el personal femenino que los atendía en las instalaciones del América había terminado de prepararlas (hay material videograbado que da cuenta de ello). Asimismo, para ese partido Bilardo improvisó un parado de 3-5-2 (adjudicándose así invención del mismo), cuando toda la fase previa y los octavos los había jugado con un 4-4-2. Incluso dentro del senado de Argentina surgió una moción para pedirle a la AFA que el equipo debía negarse a jugar en protesta por lo acontecido en las Malvinas 4 años antes. Por último, jugadores como Olarticoechea se vino a enterar hasta que iban de los vestidores rumbo a la cancha que por primera vez en todo el torneo iba a jugar y que lo haría de titular. Cuentan además estas significativas anécdotas que Maradona había soñado que metía los dos goles del triunfo, pero lo cierto es que en medio de un partido sordo y trabado tal como se estaba desarrollando hasta el inicio del segundo tiempo lo que hizo en la grama del Azteca en ambas anotaciones fue producto auténtico de un arrebato de inspiración, y cuando la prensa le cuestionó sobre el modo en que consiguió marcar por primera vez ese día, también una especie de hálito divino debió venir a su mente al contestar: fue la mano de Dios.

Y ya que de cuestionamientos hablamos, aunque yo se lo haría al título de este libro de Burgo (todos sabemos cuál es el “verdadero” partido del siglo, jugado también en el Estadio Azteca), les dejo a su consideración ponderar ese asunto a partir de su propia lectura. Pero si el partido del siglo no se verificó ese 22 de junio de 1986, en cambio sí puedo afirmar a pie juntillas que presenciamos el gol del siglo XX (y de lo que va del siglo XXI). Estoy convencido que el influjo de esa hazaña llega hasta nuestros días y debido a la cercanía de la disputa de la copa centenaria en fecha tan próxima a esta efeméride debió inspirar ayer a la tropa argentina y a su mariscal Messi, quien con la aportación de un gol poéticamente medido (como los del Pibe de Oro) al fin se está revelando como el mariscal de campo que debe ser para coronar sus eximias actuaciones con un más que merecido título. Finalmente es un asunto de construcción de la memoria: si en la conciencia de identidad colectiva los gauchos tendrán muy presente la fecha de la derrota en la guerra de 1982 el de 14 de junio de ese año, a partir del 22 de junio de 1986 heredaron otra como recuerdo del día en que vencieron a los ingleses, y no sólo en función del resultado, sino con mayor peso en razón del modo como lo hicieron. Quiérase o no, el futbol tiene esa magnífica función psicológicamente compensatoria.

Apostilla: ¿Que el gol con la mano fue una trampa? Quizás. Pero lo que me deja la lectura del libro de Burgo es que si hubo algo planeado para ese día Maradona lo hizo en sueños. En la práctica todo lo demás fue improvisación, genialidad aplicada sobre la marcha. Con el paso del tiempo me quedó más claro que dentro de este deporte institucionalizado no todo es limpio. Luego del 86 la confrontación entre el Maradona y las autoridades del futbol mundial se acentuó: destapada la cloaca que es la FIFA, si el Pelusa de Oro hizo trampa fue para ganar un partido en el que por motivos personales y nacionales tenía prohibido perder; las triquiñuelas de los dirigentes de la FIFA fueron para agenciarse varios millones de dólares de un negocio en que eran prácticamente una rémora. No hay que pensarle mucho para sentir una empatía inquebrantable por aquel barrilete cósmico. Recuerdo, por último, que a diferencia de México 70 con el Brasil de Pelé y compañía, no toda la afición mexicana se desbordó a favor del representativo argentino, sin embargo tampoco registro por parte de los pamperos, entonces y ahora, que hayan sido lo suficientemente enfáticos en lo que le deben al país anfitrión del 86, por todo lo que contribuyó para ello. La moraleja de El partido (del siglo) es precisamente ésa. Lo diré pues con todas sus letras. Además del brillante futbol desplegado por la estrella más rutilante de su firmamento, en medio de tantas circunstancias que se conjuntaron casi de forma astrológica, dónde estuvo ese factor decisivo lo revelan la etiqueta de esas poco estéticas playeras elaboradas al vapor (pero que son ahora objeto de culto y se encuentran altamente cotizadas en las subastas: una de ellas la tiene ni más ni menos que el Jordi Cruyff, el hijo del legendario Johan): fue un campeonato netamente "Hecho en México".

DEL PIE A LA LETRA 9. DERROTAS HEROICAS

Después de dejar pasar el día de ayer cuando sólo hubo un par de partidos en el viejo continente, es hora de retomar el hilo de nuestras entregas en esta jornada que hemos tenido más del doble (sumando la semifinal de la Copa América entre Argentina y Estados Unidos de la que hablaré hasta mañana y de la que sólo espoileo que yo siempre he dicho que Messi es un genio del balompié, sólo que por una u otra razón no lo ha hecho valer en el momento oportuno con la casaca albiceleste).

Al entrar la Eurocopa a la etapa de cierre de grupos, es factible hacer un balance de varios elementos anteriormente apuntados. En primer lugar no está de más señalar que la insurrección de los débiles ha fructificado significativamente, y las escuadras de Albania y Gales ya cuentan con su pase a la siguiente ronda, mientras que en el caso de Croacia, sin ser en modo alguno una debutante, ha dado la campanada derrotando a los ibéricos (quienes sin duda siguen siendo uno de los principales favoritos) y agenciándose el primer lugar de su grupo. Para mañana que entre en acción el grupo E, es muy probable (aunque a estas alturas ya nada puede serlo) que se concrete ese partido que habrá de sacar chispas entre España e Italia.

En razón de ello quiero ahora proponerles otra fórmula. En cuanto a su desempeño a los equipos históricos de Europa les ha pasado factura el ser zona común, al menos en términos económicos y comerciales. Ya ninguno se siente menos que sus vecinos y en todo caso su funcionamiento exitoso depende de una mentalidad vencedora. Me refiero en concreto a los países arriba mencionado, en tanto que otros como Alemania parecen contagiados de una errática puntería, como si fueran delanteros de el Club de los Cuervos, pues desperdiciaron más de una docena de ocasiones francas de gol ante McGovern, el paladín del arco norirlandés quien impidió que los teutones aumentaran su ventaja en el encuentro verificado en el Parque de los Príncipes. Su memorable actuación me hizo recordar la del mexicano Memo Ochoa hace 2 años en el Maracaná ante Brasil: ¿cuánto se puede perder en 2, en 10 años cuando en el mundial de Alemania la escuadra nacional le dio una lección de juego a los Argentina y sin embargo no pudo coronarla con la victoria? En este punto evoco lo sucedido previo al mundial del 86 con la goliza que le propinó a la escuadra nacional justamente la de Inglaterra en Estados Unidos (creo que en Los Ángeles) un 17 de mayo de ese año, quince días antes de arrancar la Copa del Mundo pero luego, ya en competencia, los de la casaca verde fueron lo suficientemente competitivos para llegar hasta los malhadados cuartos de final contra Alemania en penales. O la gira por Europa previa al Mundial de Francia 98, en la que los dirigidos por Manuel Lapuente llegaron a perder contra equipos de segunda división sin embargo, no fue sino ante Alemania de nuevo, y teniéndolos momentáneamente abajo en el marcador, que acabaron capitulando, situación muy parecida a la que se repitió esta vez ante Holanda, hace 2 años. Y es que, como sucedió el 21 de junio de 1986 (justamente hace 30 años, después de concluir el partido en el Universitario de Monterrey que consumó la eliminación de los nuestros ante los germanos), siguen imperando ciertos atavismos que denunció en aquella ocasión Fernando Marcos al despedir la transmisión por televisión: “desde Cuauhtémoc, estamos hartos de derrotas heroicas”. Eso es un hecho hoy como entonces. Falta ahora hacer algo al respecto para remediarlo.

Apostilla: Un país llevado con los pies es la realidad con la que nos topamos de frente. Lo sucedido el 5 de junio (no por los que votaron, sino por el altísimo índice de abstención) la maquinaria tricolor se impactó contra la realidad construida por ella misma con sus cimientos de gelatina: ¿o estoy hablando del 18 de junio y lo acontecido en Santa Clara California? Lo que resulta clara es la simbiosis entre asuntos públicos y de índole deportiva: Maradona hace 30 años pedía separar la política del futbol (aunque en su caso se trataba de separar lo futbolístico de los genuinos resabios de la guerra de las Malvinas). En realidad no se puede. En ese sentido inevitablemente resulta ser muy sintomática, por la situación vigente desde el último fin de semana, la doble lectura de las palabras con las que cierro este texto: mañana Osorio sostendrá una reunión para rendir cuentas, pero no creo ser el único que piensa que tanto él como su jefe, deberían solicitar su renuncia...
 

domingo, 19 de junio de 2016

DEL PIE A LA LETRA 8. TE GANAMOS PILAR



El futbol lleva una carga simbólica detrás, en tanto ritual que congrega a las masas, pero que muchas veces no es percibida. Por ejemplo, en el caso de este circo en dos pistas, del lado europeo un equilibrado juego de trapecistas dejó como saldo un insípido empate a ceros entre helvéticos y galos, ambos con su pase a la siguiente ronda en el bolsillo: con balones desinflados y playeras hechas girones desfiló un juego igual de desechable. Más emocionante fue, por su sentido iniciático y sus implicaciones históricas, el acto de prestidigitación que le dio el delantero Armando Sadiku con su gol a Albania la primera victoria de esta selección y la posibilidad latente, hasta que venga el cierre del resto de los grupos en competencia, de ir a los octavos de final.

Del lado de la pista americana me han pedido los amables lectores de estos comentarios seriados dar alguna hipótesis que clarifique la situación a todas luces estrambótica, tras la patética exhibición ayer del cuadro nacional. Bueno, pues pensemos en el juego de clown y el Patiño y bajo esos parámetros de un absurdo inserto en los partidos definitorios de los cuartos de final mencionar que cuando algo suena desproporcionado, quizás haya dinero de casas de apuestas de por medio. Alguien se hace millonario con algo que parece totalmente improbable. Probar no puedo este aserto, pero permítaseme dar el antecedente del 7-1 del encuentro de semifinales entre Alemania y Brasil de hace 2 años y en efecto, hubo alguien que en la Gran Bretaña pronosticó a este marcador. Lo demás podrán imaginárselo y por las dudas les dejo aquí el link con dicha información: http://elcomercio.pe/movil/deporte-total/brasil-2014/semifinales-copa-mundo-2014-brasil-alemania-increible-ingles-aposto-7-1-alemania-sobre-brasil-noticia-1741637. Si algo semejante hubiere detrás de lo que hemos presenciado, confío en que tarde o temprano salga a la luz.


Pero más allá de especulaciones, en cuanto al trasfondo del acto consumado lo más que puedo hacer de momento es atizar la noción de desconcierto apoyándome en un comparativo con lo sucedido entre Argentina-Venezuela pues es innegable que, como en el México Chile, los equipos del cono sur fueron ampliamente superiores a sus rivales. En ambos partidos las escuadras vencidas cometieron al menos cada una dos errores en la salida desde su propia área.  Pero la distancia que va de la diferencia de goles entre uno y otro encuentro debe explicarse por algo más que las fallas. Mis sospechas insisten en resaltar la falta de actitud, pues resulta sintomático que ni siquiera provocaron un penalti o una mano como parte de una genuina reacción ante la deshonra sufrida. En el modo de  atacar el balón, de enfrentar a los rivales, de construir jugadas se evidencia un desgano, una resignación insólitas. No señores, aquí hay gato (o más bien ratón verde) encerrado.


Apostilla: hecha la alusión a lo acontecido hace 38 años en el mundial de Argentina 78 (como si el fantasma de aquel 6 de junio en el estadio Olímpico de Córdoba se hubiera erguido para recorrer con similar estigma los recovecos del estadio Levi’s de Santa Clara en este 18 del mismo mes), precisemos una anécdota chusca que surgió entre los porteros del combinado nacional de ese entonces, José Pilar Reyes de los Tigres de la UANL y Pedro Soto del club América, quienes se repartieron entre sí los 6 goles con los que los campeones alemanes despacharon a los ratones verdes originales, pues luego de 45 minutos y de haber recibido un tercio de pepinos, el primero tuvo que quedarse en los vestidores por haber sufrido una lesión, y cuando el segundo bajó al concluir el partido le dijo: "empatamos Pilar". "¿A 3?" respondió preguntando el interpelado. "Si, le dijo Soto: a ti te metieron 3 y a mí 3". Al final de ese torneo cada uno recibió en total 6 goles, pero ahora Memo Ochoa (surgido también del América), debido a su incuestionable afán de superación, cuando salude a su antecesor podrá decirle "por fin pudimos desempatar: merced a las 7 anotaciones propinadas por la selección chilena, ya te ganamos Pilar".