
El título me hace recordar esos versos de Sabines: "Todo se hace en silencio. Como/ se hace la luz dentro del ojo". Esto a lo mejor Armando Pacheco y Adán Echeverría lo explican en el prólogo (que aún no he podido revisar), pero la emoción es la misma, la de un grato reconocimiento por realizar una tarea parecida a la que hace casi treinta años emprendió Gabriel Zaid con su Asamblea de poetas jóvenes de México. Quizá la diferencia que se impone es la extensión de ambos materiales, misma que gracias a los nuevas formatos de almacenamiento de información y de las ediciones digitales permite entregar un trabajo de proporciones epopéyicas. Y si bien este mérito les compete por completo, en virtud de la iniciativa llevada a cabo (no olvidar que Adán Echeverría ya había ensayado este tipo de organización con la edición de Nuevas voces en el laberinto, en el que explora la creación literaria yucateca en autores nacidos a partir de 1975), también es cierto que la realización del proyecto fue posible por la colaboración puesta por parte de los propios creadores. En este sentido constituye una herramienta para el autoconocimiento de los colegas con quienes formamos una ageneración, pero a la vez una coetaneidad, situación mixta que pondrá en juego una enorma gama de lecturas.
En fin, que para darle un poco de amabilidad a las agrias discusiones de los últimos días, y como un regalo de temporada, me permito transcribir algunos poemas (el que publiqué en homenaje a Paz hace casi 4 meses forma parte de este conjunto) que aparecen en esta magna obra.
Absuélveme de sufrido,
de haber ignorado lo que eras
de no haber sido el que quisiste.
Rubén Bonifaz Nuño
y lo hecho de sueños con otras frases
se enuncia, simplemente yo no te amo:
de qué sirve amar mientras no me alcance
para ayudar a cerrarte los brazos
cuando con desesperación los abres;
de qué sirve amar si al ir tú como árbol
con las raíces expuestas al aire
no puedo de abono darte mis manos.
Amiga a quien no amo: de cabeza ábrete,
tal como un día de piernas te abriste,
y absuélveme, porque si vulnerable
y destrozada te vi, soy el hombre
que ignora si habrá otra forma de amarte.
LAS DESGARRADURAS DEL TIGRE
A Eduardo Lizalde
Cerrar podrá mis ojos la postrera
sombra que me llevare el blanco día.
Francisco de Quevedo
Dos segundos antes de que fenezca
bajo el incandescente oleaje del meridiano,
el tigre alcanza a ver, con lucidez plena,
el porvenir:
los colmillos ya se le cayeron
y de tan retráctiles las uñas se le han aflojado.
El tigre mira en cada raya una historia
y lame en ellas duras cicatrices.
Dos segundos antes de que fallezca
el tigre ha visto, como luz de rayo
la dirección que persigue la muerte
y sus emisarios:
los colmillos y las garras,
que royeran carnes rollizas y frescas
acabarán sepultados bajo la erosión de la tierra,
convertidos en polvo como la espina
y aun la rosa.
El tigre cierra los ojos: ha guardado sus armas
dentro del oscuro estuche de un oleaje solar
verdaderamente enamorado.
DONDE SILBE EL OLVIDO: LUIS CERNUDA
A Vicente Quirarte
O poeta é um fingidor
finge tão completamente
que chega a fingir que é dor
a dor que de veras sente.
Fernando Pessoa
Éste es el drama,
no de quien vive para contarlo,
sino de quien cuenta para no vivirlo,
haciendo una ética
hasta de un paisaje en la playa
(hay que afeitarse con esmero,
hacer la raya en el cabello hacia el otro lado
y darle al llanto
proporciones épicas
para después sentarse a escribir en la mesa:
y es que sin duda
el tamaño del cuarto es pequeño
para la dimensión de sus pulmones.
Cumplir el rito de morir joven
es semejante al de pararse temprano
y colocar un espejo frente
al cristal de la ventana:
una red donde por fin quede
la luz presa).
Ésta es la comedia
que debe representar uno
para que lo tomen en serio.