viernes, 20 de noviembre de 2009

Vacíos legales...


Comentaba antier en la clase de Gustavo Jiménez, al hablar de la estupenda nouvelle de Mariano Azuela, Domitilo quiere ser diputado, cómo ciertas costumbres enquistadas en el suceder político de nuestro país siguen repitiéndose, más de 90 años después de haber sido publicado este libro y cuyas raíces se remontan hasta la constitución mestiza de nuestra nación mexicana. Hoy escribe el Vitín en su facebook que las condiciones que provocaron el estallido revolucionario son peores que hace una centuria, y que quizás sólo nos falte el Pancho Villa y el Emiliano Zapata que aglutine el descontento social para que el reguero de sangre, otra vez, se desate.

Más allá de cualquier catastrofismo quisiera pensar en una solución más amable a fin de imaginar otra forma para nuestro mundo. La cantidad de páginas literarias y obras artísticas que han explotado esta veta creativa sería innumerable y en pocas épocas como la actual podemos localizar tanta situación de injusticia en todos lados. Ayer simplemente concurrí como jurado a una de las etapas de los concursos literarios de calaveras y de ensayos sobre el Día de Muertos y quedé asombrado de la recurrencia con la que salieron raspadas las figuras dizque gubernamentales de nuestro país. Pero también en otras latitudes la cosa está canija, si pensamos en los recientes fallecimientos de dos jugadores de futbol en Europa, uno alemán y el otro mexicano: es decir, el mundo tal y como lo conocemos está para el suicidio o para el infarto.

En casi todas las situaciones de inequidad que a diario tenemos que experimentar el común denominador parece ser la ausencia de la ley, y si existe, el vacío legal que las mentes ladinas y oportunistas saben aprovechar muy bien en su propio beneficio. En tal sentido la aparición de un equipo de personas "que le solucionan a usted cualquier problema", como es el lema de la serie "Los simuladores", halla en la vida real su justificación. Y no se trata sólo de echar al vecino molesto del departamento o de hacer madurar al baquetón de la familia, sino de auténticos atropellos como podría ser el conflicto del gobierno federal con la Compañía de Luz y Fuerza, la contaminación del agua y el aire por empresas nacionales y extranjeras, el aumento al IVA, la obtención de premios literarios nacionales (especialmente de poesía) con arreglos hechos por debajo de la mesa, la reprobación que en materia económica hizo el nobel de la especialidad a la actual administración (y su estúpida soberbia para aceptarlo: vamos a acabar después de la actual crisis peor que cualquier estado centroamericano o del Caribe), el aprovechamiento de Televisa para deducir impuestos con el circo del Teletón y, a nivel internacional, el otorgamiento por decreto a Barack Obama del nobel de la Paz y la eliminación de Irlanda a la Copa del Mundo de Sudáfrica por la aparición de una mano cachirul.

Hay tanta injusticia que enmendar en esta vida que, para decirlo en una palabra, necesitamos de la salvación aquí y ahora (nada que ver con la resurrección al final de los tiempos), aunque sea simulada.