miércoles, 24 de septiembre de 2008

El rostro de la violencia...

Son actos cobardes que muestran su verdadero rostro, el rostro de enemigos de México, que de la manera más miserable siegan la vida de personas indefensas, actúan contra familias inocentes que al igual que millones de mexicanos celebran en paz y con orgullo nuestra Fiesta Nacional.
Mensaje del 16 de septiembre, frente a la columna de la Independencia.

La esperanza naufraga ahora con más razón. Si uno quisiera agregarle tintes políticos al atentado registrado la noche del 15 de septiembre en Morelia, diría que Felife Calderón se equivoca por partida doble. Pero eso justamente sería hacerle el juego al discurso oficial. No se puede defender con palabras adornadas lo que en los hechos no se ha hecho: ¿qué país es éste que quien lo comanda tiene que alzarse como vocero de una demanda de justicia? Su labor no es colocarse de parte de los afectados, como un deudo más, sino la de proceder "conforme a derecho". Pero, en este país, derecho es lo opuesto a izquierdo, nada más. Sus palabras no hacen sino poner de relieve lo que desde un principio sabíamos: a él lo pusieron no como dirigente, sino como administrador de un bien que pertenece a las familias ricas, tanto nacionales como extranjeras. Y que los demás nos hagamos bolas.

Y la otra pifia calderoniana consiste en que la ciudadanía, al no encontrar entre sus gobernantes quién le resuelva sus demandas, tenga que tomar la iniciativa. Es patético sostener la nómina de funcionarios con el erario público y a través de una llamada anónima más bien haya sido un ciudadano quien haya realizado la chamba de dar con el paradero de los perpetradores del atentado en Morelia. Otro tanto sucede con la mediática marcha contra la violencia, si bien en este caso, más que ciudadanos comunes y corrientes, como en desfile de modas aparecieron los mexicanos con pedigree, ya que tras el secuestro del júnior del empresario Alejandro Martí se demostró que en este caso "los ricos también lloran". Una vida siempre tendrá el mismo valor que otra, visto con frialdad, sin embargo hablando precisamente de las familias pudientes habrá que revisar dos veces el concepto de inocencia para podérselos aplicar: por supuesto que no es lícito emplear una vida humana para obtener una ganancia monetaria, pero en esta reflexión necesariamente tenemos que pasar revista a los medios usados por estas familias pudientes para ver que tan lícita ha sido su riqueza.

El cobro de facturas hace pensar en una suerte de justicia desplazada. Pero tanto en una situación como en otra se equivoca también el jefe del ejecutivo, porque el modus operandi del brazo de la violencia es el no dar la cara, es el ocultar su rostro. Inclusive en el choque de porros acontecido en Ciudad Universitaria antes del partido Pumas-Poli (y que tuvo queposponerse y llevarse a cabo en las instalaciones de la Universidad Autónoma del Estado de México) se empleó este mismo factor, aunque es menester resaltar que en este caso la reacción fue más o menos inmediata y severa por parte de la rectoría universitaria y varios estudiantes (lamentablemente algunos de ellos pertenecen a la bienamada Prepa 8) fueron expulsados de forma provisional mientras se deslindan responsabilidades. Así las cosas, no puedo sino remitirme al "huichilobismo" del que hablaba José Juan Tablada y pensar en la deidad nahua de Tezcatlipoca para entender un poco esta vorágine de acontecimientos nefastos. Prometo averiguar en qué fecha del calendario mesoamericano caían los nemontemi (5 días aciagos), pero parece que se nos juntaron precisamente por estas fechas septembrinas. Sin embargo una cosa sí puedo asegurarles: así como la deidad del espejo humeante, quienes deben dar la cara no lo hacen, trátese de los autores intelectuales o materiales de estos actos violentos, ni de los que en realidad llevan las riendas del país. En medio de este desamparo, Calderón no es el rostro sino la máscara detrás de la cual se ocultan.