
El montaje realizado por el sistema financiero mundial es otro ejemplo de ello: según esto el libre mercado resultaba la opción idónea porque, ya fuera como productores o consumidores, cualquier persona de estatus medio estaba en posibilidad de intervenir dentro de ella. Otra teoría falsa: si en el caso de un gobierno perverso que juega pendularmente con los recursos de la clase trabajadora en el caso de sus pensiones le permite desaparecer un infame monto de ellos, poco se puede esperar de la iniciativa privada al realizar el manejo de los mismos. Las instituciones financieras están diseñadas para medrar en detrimento de la gente que genera algo, muchas veces sólo un poco de riqueza. Resultaría cándido suponer que bajo tales principios el sistema mercantil globalizado se encontraría dispuesto a ejercer sus funciones de "manera socialmente responsable". No, para eso está, de nuevo, la sociedad, que suplantando la responsabilidad gubernamental ejerce labores de beneficiencia. Y cuando alguien como Slim, para deducir impuestos, of course, realiza este tipo de actos, mediáticamente emiten una apariencia de santos franciscanos. En fin, que viendo la velocidad con que las bolsas restablecen su dinámica sin mayor problema, y luego de encontrarnos frente a lo que García Márquez hubiera titulado "Crónica de un crack anunciado", es inevitable pensar en el artificioso tinglado que se levantó para desencadenar una recesión que afectará a los sectores que no participaron en la fabricación de este sainete. Con el daño calculado las repercusiones (como la automática repatriación de mexicanos indocumentados en Estados Unidos y sin duda de otros inmigrantes en otras partes del mundo) se verán a corto plazo.
Inmersos en un cúmulo de versiones encontradas (la que aquí emito se une a ellas) existe un argumento que ayudaría a sacar algo en claro: en términos del propio Maquiavelo se podría plantear la siguiente sentencia a la hora de intentar discernir quién entre el discurso oficial y el disidente está en lo cierto (aunque también creo adecuado asentar que la fórmula no es infalible, pero sí altamente precisa): cuando alguien tiene el poder, ¿para qué necesita tener también la razón?