domingo, 14 de diciembre de 2008

Triste futbol...


La emoción sustituyó a la calidad y una escuadra bien dirigida hizo lo suficiente para proclamarse campeona del torneo de futbol nacional, galardón que desde su primer episodio parecía decidido, pero ni a fuerza de corazón el Cruz Azul pudo desprenderse del estigma que pesa sobre los llamados equipos "grandes": Guadalajara, América y Pumas, junto con los mencionados cementeros. Estado de transición, o de franca crisis, la desorganización directiva, la premura por obtener resultados, la mediatización de algunas cuantas figuras, así como la mediocre actitud de algunos jugadores han evidenciado en esta liguilla una situación más propia de un melodrama en razón de que, si no es por la lesión de César Villaluz o la displicencia toluqueña para permitir que les empataran, sólo la repatriación de Cuauhtémoc Blanco pudo agregar un incentivo a esta competencia en su etapa final. Crisis que afecta inclusive al paupérrimo desempeño de la escuadra nacional, que hace unas semanas corrió serio peligro de no acceder a la etapa definitiva del selectivo rumbo a Sudáfrica 2010.

No obstante, como en todo, visualizar la situación desde otra arista puede ayudar, no a ver las cosas de manera optimista, sino a precisar que todo esto no es sino parte de un desarrollo habitual de nuestro futbol. Si comparamos con la hegemonía que los equipos verdaderamente potentes de sus regiones poseen, habría que decir que, dentro del continente americano, el nivel de Boca o de River radica en que entre ambos equipos acaparan casi el 50% del total de los campeonatos disputados en Argentina. En España, el Real Madrid tiene casi el 30 por ciento de los títulos, en Inglaterra este galardón corresponde al Manchester United, y en Alemania sucede otro tanto con el Bayern München. En nuestro Mexiquito (futbolísticamente hablando, pues a pesar de los crasos errores arbitrales, el desempeño de los nazarenos sigue siendo superior al de la mayoría de los jugadores profesionales de la actualidad) las "súper" Chivas, el equipo en activo más ganador (según esto) habiendo recién llegado al campeonato 100 acumula la fabulosa cantidad de 11 coronas, que junto con las 14 del América apenas alcanzan el 25% del total (en estas cifras el atento lector notará una incongruencia matemática: cosa sumamente natural si se trata de algo organizado por la FMF).

Es cierto que habrá quien vea en esto una posible democratización del torneo local, y ante la situación de ver a los llamados grandes acumular subcampeonatos, como últimamente ha dobleteado Cruz Azul, y antes que ellos Pumas y América (si bien dentro de los torneos cortos el saldo de Pumas, Chivas y América es ligeramente positivo debido a que han obtenido dos campeonatos contra un subcampeonato), parecería que estamos presenciando un cambio generacional a favor del Pachuca (campeón de la Sudamericana, además), Santos Laguna y, por supuesto, del Toluca, del mismo modo como en la década de los setentas y ochentas América, Cruz Azul y Pumas fueron el relevo de los equipos tapatíos Chivas y Oro, de los capitalinos Necaxa y Atlante y de los de tierra adentro como León, Veracruz y Zacatepec, que sustituyeron a los de origen hispano Asturias y sobre todo el España, los cuales ocuparon la escena que antes que ellos dominaron el British Club o el México Cricket, de origen más o menos foráneo, junto con los nacionales Pachuca o el mismo América. Sin embargo el punto queda en el aire: me resulta difícil no asociar la grandeza de un sistema de competencia futbolística que no se sustente en una auténtica grandeza por parte de sus equipos más importantes, y ésta, al hacer el saldo del centenario de torneos en nuestro país, es realmente inexistente.

miércoles, 19 de noviembre de 2008

Señas de identidad


Jorge Teillier es a la vez el veneno y el antídoto para la desesperanza. Tomo un poema como "Otoño secreto" de su primer libro de poemas, y uno de su último poemario titulado En el mudo corazón del bosque que más abajo transcribo y la fórmula se repite: este mundo tal y como nos enfrentamos a él, es altamente insatisfactorio, pero en él mismo se encuentran las claves secretas para trascender hacia ese otro ámbito pleno y abierto a los sueños no siempre placenteros (la muerte, el tiempo acechan con alevosía). Esto lo digo para desarticular la idea, en primer lugar de verlo como un poeta necesariamente evasivo, y por el otro para apuntalar la imagen de encontrar su escritura ligada a la naturaleza y no suponiendo dentro de ella el ocultamiento de otra realidad, porque justamente ese ámbito de contacto esencial con la naturaleza es el puerto de llegada. Teillier plantea el conflicto existencial de un hombre que en las grandes urbes no encuentra su lugar, pero que de regreso al terruño visualiza, así sea en forma fantasmagórica, un lugar de pertenencia. En las ciudades un edificio o una calle sustituye a otra, mientras que en el pueblo fantasma lo que fue (molinos, tiendas, árboles, animales domésticos, familiares) sigue siéndolo de algún modo. Siempre hay un rostro en el cual reconocer un gesto familiar, un rasgo que nos dé señas de identidad.

SIEMPRE VUELVE UN ROSTRO

Siempre vuelve un rostro, siempre
en el chubasco que cae repentino, en las
islas de las nubes.

Silencioso se asoma un obscuro sol
en las ventanas. Tu hermana lo retiene
un momento entre los dedos
y luego las manos vacías recorren muros
blancos con sus sombras.

Siempre por el patio asomas
a buscar el rostro de alguien.
Un chasquido se oye: es un chubasco
o un fantasma de un niño que vivió aquí hace tiempo
y vuelve a escuchar como la madre lee a su hijo.

Un rayo de sol ha quedado encerrado
en el rellano de la escalera
el sueño hace señas con su linterna
el sueño nos despierta

y la voz de la hermana cruza entre las nubes
la hermana que no conocimos.

martes, 11 de noviembre de 2008

Mouriño y los intocables o las varias versiones de un atentado


1) En la versión fílmica de la famosa serie de Los intocables (Brian de Palma, 1987), se halla una escena en la que, ante la presunción de ser Eliot Ness y sus ayudantes quienes perseguían a Al Capone, eran ellos los que estaban fuera de peligro, en su calidad de perseguidores; entonces Capone ordena a uno de sus sicarios darles una lección matando al asesor contable de Ness, a quien le dejan un mensaje advirtiéndoles que son "tocables". La cúpula oligárquica que lleva los destinos de esta nación, y que según dicen opera conforme a derecho combatiendo al crimen organizado, no se diferencia de esta camorra mafiosa más que en el hecho de que Calderón (más que Eliot, monstruo del lago Ness) y sus secuaces están, sobre todo después de lo sucedido hace una semana, desorganizados (y por supuesto, tan tocables como lo puede ser la alteración de las pruebas para descubrir las causas del avionazo).

2) ¿Qué sigue ahora: canonizar a Mouriño (que junto con el inefable Santiago Vasconcelos, luego de los informes filtrados por miembros del cártel de Sinaloa, dentro de este ajuste de cuentas con las bandas de narcos tuvieron que ser silenciados) cumplió su evangélica misión? ¿Canonizar a Obama que apenas la empieza? Como diría Vicentico y el resto de los Fabulosos Cadillacs: "latinoamericanos: no hay nada que festejar". Siendo indulgentes lo más que se le puede conceder al político fogueado a la sombra de Cicerón y lo más agudo de la oratoria romana es que, como sucedió con los pueblos conquistados a punta de espada, tengamos en él a un emperador como lo fue Trajano (quien no era latino de nacimiento, sino de la región ibérica, pero asimilado a la cultura grecolatina, y quien logró darle a Roma su máxima extensión territorial), defensor a ultranza de los intereses del imperio. Así las cosas, parece que en una proporción inversa, en el mismo porcentaje en que Obama intente equilibrar el nivel de vida de los estadounidenses, tendrá que aplicar medidas "dolorosas" en el exterior. Total, ya ha quedado demostrado que hay formas más sutiles de dominación que la punta de una balloneta o de una bazuca. No obstante con ánimo optimista esperemos ver en él, si de emperadores romanos se habla, una especie de Marco Aurelio, sin perder de vista que para haber llegado a donde lo hizo una de dos, o tiene poderes extraordinarios en virtud de su popularidad (en situación semejante a la que tuvieron Perón o Hugo Chávez, más recientemente), puesto que para eso se inventó la democracia (y ahí sí ni la propia Grecia estuvo libre de los tiranos) o en definitiva habrá de transigir y obedecer los lineamientos que el capital internacional le dicte. A estas alturas de la historia, si se pudo desaparecer al secretario de Gobernación de un país tercermundista, quién puede olvidar que del otro lado del Río Bravo bien que se pudo hacer lo mismo con el otro mandatario demócrata incómodo que fuera asesinado en Dallas.

3) Esto lo dijo hace algunos años un profesor de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM: "la única diferencia entre un republicano y un demócrata es que unos van a misa de domingo a las once de la mañana y los otros a las doce"...

4) Por cierto, para despejar las dudas sobre un posible sabotaje al artefacto volador en el que iba Mouriño y compañía, efectuado desde San Luis Potosí, las autoridades se apresuraron a afirmar que la nave estuvo todo el tiempo bajo la vigilancia... de los saboteadores, por supuesto.

5) El circo, más que cerco informativo, colocó un día después del desplome del avión al secretario de Comunicaciones, Luis Téllez, en un
reality show diciendo que el aparato seguía la trayectoria correcta, llevaba una comunicación fluida con la torre de control y seguía las instrucciones de vuelo tal como se había planeado. Esto quiere decir que si el avión se vino para abajo no deberíamos de sorprendernos: también eso estaba planeado.

6) Entre los rumores del contenido de las grabaciones de las cajas negras (y así no esperar 11 meses para que nos digan las mismas mentiras) trascendió este fragmento: "Cuando me vaya, para Venecia, adiós Lucrecia, te escribiré, te escribiré... Tira de la vela, tira de la vela, de la vela estoy tirando al son de la mandolina, adiós Catalina mía, noches de cabaret... --Baja Dumont, baja Dumont, que aquí te espera la comisión que ha de llevarte a la Antequera --Que se vaya donde quiera que no me pienso bajar, que me pienso dirigir hacia el Peñón de Gibraltar"... Toda versión es válida, puesto que el poder, por la gracia de serlo (tal como lo anoté en mi anterior colaboración) no necesita tener razón.

7) Y no hablemos de los cotos de poder inculcados en el medio cultural y más específicamente literario de nuestro pobre país (como en un poema lo sentenció Efraín Huerta). El intimidante despliegue de recursos destinados a homenajear al octogenario escritor que como mayor gracia dio a las letras nacionales algunas novelas de valor, tanto por instituciones privadas como públicas (entre ellas la UNAM), no hace sino dejarme pensando en la falta que nos hace tener un héroe intelectual, y ante su ausencia no tenemos más remedio que rendirle pleitesía a nuestra máxima momia literaria: lo siento por Jorge Volpi, quien se declara su heredero pues parece que toda su herencia será, apenas, una cripta.

lunes, 3 de noviembre de 2008

El trámite más inútil...

Son tiempos electorales en el vecino país del norte y todo apunta hacia el inminente arribo de Obama a la máxima magistratura política. Además de la simpatía por un hecho inédito que parece reconocer la presencia del elemento africano en la sociedad norteamericana (como si ésta no se hubiera dado de manera consistente en áreas como el deporte o la música, sólo por mencionar las más destacadas), poco hay que festejar, no sólo porque no existe ni el más mínimo indicio que dicho resultado redunde en provecho de los mexicanos, sino porque aunque se difundan las bondades del sistema electoral gringo, lo cierto es que su sistema político está haciendo agua desde hace tiempo. El gran peligro de la democracia, ese brillante invento de los griegos, radica en que unos son más iguales que los otros y cuando, por cuestiones pragmáticas, la ciudadanía cedió su voz a los así llamados "representantes" del pueblo, lo cierto es que le otorgaron el privilegio de ser representantes, pero de sus propios intereses (simplemente los aguinaldos, viáticos y prebendas que se autodestinan nuestros inefables diputados y senadores no hacen sino refrendar este aspecto). Por lo demás no se puede pasar por alto que en esencia aspirar a una auténtica democracia es quimérica en virtud de que nadie, por más comprometido que esté en su función de representatividad política, está dispuesto a renunciar a su provecho a cambio del de sus representados. En conclusión, no estamos hablando de que la democracia sea defectuosa (y que en sentido inverso esté en posibilidad de ser perfectible), sino que es falaz de origen. Y si los demócratas no logran coronar su empresa de llevar a un afroamericano a la presidencia, no habrá más que recordar lo sucedido en México hace más de un par de años, donde se demostró que el trámite más inútil, efectuado por nuestras instituciones, es la declaración del vencedor en la contienda por la presidencia: desde luego que uno puede votar por quien le dé la gana, pero está fuera del alcance de sus manos determinar quién habrá de ocupar tan alta investidura.

El montaje realizado por el sistema financiero mundial es otro ejemplo de ello: según esto el libre mercado resultaba la opción idónea porque, ya fuera como productores o consumidores, cualquier persona de estatus medio estaba en posibilidad de intervenir dentro de ella. Otra teoría falsa: si en el caso de un gobierno perverso que juega pendularmente con los recursos de la clase trabajadora en el caso de sus pensiones le permite desaparecer un infame monto de ellos, poco se puede esperar de la iniciativa privada al realizar el manejo de los mismos. Las instituciones financieras están diseñadas para medrar en detrimento de la gente que genera algo, muchas veces sólo un poco de riqueza. Resultaría cándido suponer que bajo tales principios el sistema mercantil globalizado se encontraría dispuesto a ejercer sus funciones de "manera socialmente responsable". No, para eso está, de nuevo, la sociedad, que suplantando la responsabilidad gubernamental ejerce labores de beneficiencia. Y cuando alguien como Slim, para deducir impuestos, of course, realiza este tipo de actos, mediáticamente emiten una apariencia de santos franciscanos. En fin, que viendo la velocidad con que las bolsas restablecen su dinámica sin mayor problema, y luego de encontrarnos frente a lo que García Márquez hubiera titulado "Crónica de un crack anunciado", es inevitable pensar en el artificioso tinglado que se levantó para desencadenar una recesión que afectará a los sectores que no participaron en la fabricación de este sainete. Con el daño calculado las repercusiones (como la automática repatriación de mexicanos indocumentados en Estados Unidos y sin duda de otros inmigrantes en otras partes del mundo) se verán a corto plazo.

Inmersos en un cúmulo de versiones encontradas (la que aquí emito se une a ellas) existe un argumento que ayudaría a sacar algo en claro: en términos del propio Maquiavelo se podría plantear la siguiente sentencia a la hora de intentar discernir quién entre el discurso oficial y el disidente está en lo cierto (aunque también creo adecuado asentar que la fórmula no es infalible, pero sí altamente precisa): cuando alguien tiene el poder, ¿para qué necesita tener también la razón?

martes, 14 de octubre de 2008

De la caída del Muro de Berlín a la caída (enésima) de la Calle del Muro

No se tiene idea precisa de hacia dónde empujen los vientos o el huracán que desaten la caída estrepitosa del sistema capitalista mundial. El camino sesgado de la historia moderna se ha sustentado en los valores económicos antes que en los estrictamente políticos, desplazando ambos, en un segundo término, a los ideológicos y morales. Sin embargo la moraleja del asunto apunta a que, al menos en algo, Marx tenía razón: el mundo financiero no debe autorregularse sin la intervención estatal. En esta semana, cuando el presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos reconoció que en gran parte el problema se originó por esta causa, implícitamente hubo un reconocimiento de la ideología socialista en su vertiente económica, la cual que se prescribió durante tantos años, más aún después de la caída del Muro de Berlín. Una sentencia budista dice que el llegar a los extremos es lo que permite reconocer el camino medio. Vivir en la inmediatez, en la satisfacción del requerimiento elemental, nos hace recordar que con buenas intenciones se pavimenta el sendero hacia el infierno bursátil. Al fin y al cabo el dinero se hizo para cambiar de manos y quien busca retenerlo en las mismas está obrando en contra de la propia naturaleza del libre mercado.

Pero lo cierto es que frente a este panorama tan complejo, poco se puede esperar de la camorra gansteril que dirige actualmente los destinos del país, cuya incapacidad supina ha quedado de manifiesto en reiteradas ocasiones. En su nota del domingo pasado en el diario Milenio, Álvaro Cueva ponderaba el mediático mensaje lanzado a la nación el 9 de octubre por parte de Felife Calderón... Más allá de la maquiavélica pretención de serenar las aguas para que muramos de la caída y no de una despavorida fuga, lo que el analista no pudo pasar por alto es que el susodicho personaje prometió las perlas de la virgen cuando la misma gente que comanda los países del primer mundo están que se orinan de miedo. Podrá tener todo el histriónico aplomo para transmitir un mensaje de seguridad en sí mismo "y en el destino de nuestro país", pero de lo que sí estoy seguro es que si con los problemas internos que implican no poder combatir la ola de secuestros, las vendettas del narcotráfico y los atentados terroristas, mucho menos se puede comprometer a una estabilidad económica de la nación cuando (así sea por tratarse de un problema de carácter global) se trata de un asunto que, por mucho, está fuera del alcance de sus manos (y si de voluntad interna hablamos, todavía haría falta capacidad e intención de buscar el bien nacional).

Decía pues que no se sabe hacia dónde soplarán los vientos, a pesar de pertenecer a una generación curtida por el dólar a 12.50 echeverrista, la defensa portillista del peso como un perro, la caída del sistema delamadridista y el salinista error decembrino (y esto es apenas parte de esa tendencia cuesta abajo que se presentó curiosamente cuando la brillante camada tecnócrata empezó a manejar eso de que el estado debía mantenerse al margen del manejo de la economía), todos eventos nefastos resueltos de la peor manera posible. Parecerá verdad de Perogrullo pero los hechos le dan también la razón al Peje, quien desde la campaña electoral de 2006 ya anticipaba el actual declive mundial. La cara del futuro se nos ha modificado drásticamente y, sea bien o mal, este asunto a la larga habrá de solucionarse. Pero conforme a lo demostrado por los actuales gobernantes de México, quienes continúan bajo otros colores los preceptos del libre mercado, el pronóstico resulta todas luces negativo. Por lo tanto, aunque yo así lo quisiera, éste no puede ser un mensaje para documentar nuestro optimismo...

miércoles, 24 de septiembre de 2008

El rostro de la violencia...

Son actos cobardes que muestran su verdadero rostro, el rostro de enemigos de México, que de la manera más miserable siegan la vida de personas indefensas, actúan contra familias inocentes que al igual que millones de mexicanos celebran en paz y con orgullo nuestra Fiesta Nacional.
Mensaje del 16 de septiembre, frente a la columna de la Independencia.

La esperanza naufraga ahora con más razón. Si uno quisiera agregarle tintes políticos al atentado registrado la noche del 15 de septiembre en Morelia, diría que Felife Calderón se equivoca por partida doble. Pero eso justamente sería hacerle el juego al discurso oficial. No se puede defender con palabras adornadas lo que en los hechos no se ha hecho: ¿qué país es éste que quien lo comanda tiene que alzarse como vocero de una demanda de justicia? Su labor no es colocarse de parte de los afectados, como un deudo más, sino la de proceder "conforme a derecho". Pero, en este país, derecho es lo opuesto a izquierdo, nada más. Sus palabras no hacen sino poner de relieve lo que desde un principio sabíamos: a él lo pusieron no como dirigente, sino como administrador de un bien que pertenece a las familias ricas, tanto nacionales como extranjeras. Y que los demás nos hagamos bolas.

Y la otra pifia calderoniana consiste en que la ciudadanía, al no encontrar entre sus gobernantes quién le resuelva sus demandas, tenga que tomar la iniciativa. Es patético sostener la nómina de funcionarios con el erario público y a través de una llamada anónima más bien haya sido un ciudadano quien haya realizado la chamba de dar con el paradero de los perpetradores del atentado en Morelia. Otro tanto sucede con la mediática marcha contra la violencia, si bien en este caso, más que ciudadanos comunes y corrientes, como en desfile de modas aparecieron los mexicanos con pedigree, ya que tras el secuestro del júnior del empresario Alejandro Martí se demostró que en este caso "los ricos también lloran". Una vida siempre tendrá el mismo valor que otra, visto con frialdad, sin embargo hablando precisamente de las familias pudientes habrá que revisar dos veces el concepto de inocencia para podérselos aplicar: por supuesto que no es lícito emplear una vida humana para obtener una ganancia monetaria, pero en esta reflexión necesariamente tenemos que pasar revista a los medios usados por estas familias pudientes para ver que tan lícita ha sido su riqueza.

El cobro de facturas hace pensar en una suerte de justicia desplazada. Pero tanto en una situación como en otra se equivoca también el jefe del ejecutivo, porque el modus operandi del brazo de la violencia es el no dar la cara, es el ocultar su rostro. Inclusive en el choque de porros acontecido en Ciudad Universitaria antes del partido Pumas-Poli (y que tuvo queposponerse y llevarse a cabo en las instalaciones de la Universidad Autónoma del Estado de México) se empleó este mismo factor, aunque es menester resaltar que en este caso la reacción fue más o menos inmediata y severa por parte de la rectoría universitaria y varios estudiantes (lamentablemente algunos de ellos pertenecen a la bienamada Prepa 8) fueron expulsados de forma provisional mientras se deslindan responsabilidades. Así las cosas, no puedo sino remitirme al "huichilobismo" del que hablaba José Juan Tablada y pensar en la deidad nahua de Tezcatlipoca para entender un poco esta vorágine de acontecimientos nefastos. Prometo averiguar en qué fecha del calendario mesoamericano caían los nemontemi (5 días aciagos), pero parece que se nos juntaron precisamente por estas fechas septembrinas. Sin embargo una cosa sí puedo asegurarles: así como la deidad del espejo humeante, quienes deben dar la cara no lo hacen, trátese de los autores intelectuales o materiales de estos actos violentos, ni de los que en realidad llevan las riendas del país. En medio de este desamparo, Calderón no es el rostro sino la máscara detrás de la cual se ocultan.

miércoles, 10 de septiembre de 2008

Aún las mañanas son mejores...

En medio del tráfago de acontecimientos de actualidad (entre los cuales y de más reciente verificación, comentados en este mismo espacio, fueron tanto la Eurocopa como las Olimpiadas de Beijing) que atraen la atención de los televidentes, quiero dar cuenta de lo reconfortante que ha sido encontrar en Cablevisión un canal en el que la nostalgia (por tratarse de series de televisión que disfruté cuando era niño) como el gusto por las actuaciones y grabaciones bien hechas demuestran que un producto de calidad, más allá de los efectos especiales, sí es posible llevarlos a cabo. Me refiero al canal TCM sintonizado en la frecuencia 169 del servicio básico. Desde un par de años bajo esta señal pude volver a disfrutar de peliculones de la talla de Lawrence de Arabia, Dr. Zhivago o El puente sobre el río Kwai, por mencionar sólo unos cuantos (¿y podría pasar por alto Lo que el viento se llevó, Rebelde sin causa, Gigante, etcétera?). Sin embargo lo que sostiene de lleno la programación entre semana son las series televisivas y si bien con pretexto de satisfacer los impulsos de la añoranza se pueden cometer crímenes de lesa humanidad, como lo sería sintonizar este canal cuando transmiten La mujer maravilla, Hulk o El hombre nuclear, mientras que otras se defienden por el atractivo visual, como lo son Los ángeles de Charlie (inspiración irrefrenable para el despertar adolescente) o las acompañantes de Robert Wagner (no dejaré de envidiarle se haya llevado a lo oscurito a Natalie Wood) en Ladrón sin destino, lo cierto es que con producciones impecables y guiones inteligentes destacan, como podrán imaginarse, El superagente 86, y sobre todo El Gran Chaparral.

En mi imaginario juvenil tenía una vaga impresión de ese buen sabor de boca de algo que en su momento fue muy satisfactorio, pero ahora al revisar de nuevo la secuencia de capítulos descubro con suma claridad cuáles eran las virtudes de esta producción. Desde luego la idea era hacerle competencia a Bonanza, pero hay un par de elementos que puestos de relieve permitirán definir de mejor manera el espíritu de esta empresa que no tenía la otra serie: uno era la ubicación fronteriza de Arizona con el estado de Sonora, lo cual implicó la aparición de personajes de nuestro país, y no de manera secundaria como sin duda pudo haber sido. El otro implica la convivencia de los dueños del rancho con Cochise y demás horda de apaches. Habiendo salido al aire en el año de 1967, es necesario reconocer que la revolución cultural de esos años (o la contracultura tan apadrinada por José Agustín y otros prosélitos) debían afectar para ampliar los horizontes ideológicos de los gringos WASP promedio.

Histriónicamente hablando, los libretos exigían que los actores base se manejaran con suma soltura lo mismo dentro del drama que de la comedia, pues incluso en una misma escena se podía pasar de uno a otro estado de ánimo. La ironía también fue sutilmente manejada, por ejemplo en el capítulo titulado "Un día tranquilo en Tucson" donde de todo hubo (escenas en cantina del tío Buck Cannon, mientras el sobrino se compraba un par de botas con una niña que dictaminaba la moda del calzado y el sonorense Manuelito Montoya iba a ver a su querida que muy entrada en asuntos amorosos estaba con otro, todo ello enmarcado dentro de la encomienda de haber ido por provisiones al pueblo) menos tranquilidad. Sin embargo es en cuanto al humor pleno que esta serie difícilmente tendrá un parangón semejante: por ejemplo en el capítulo de hoy "El campeón de oeste" la historia se va enredando sin querer hasta alcanzar alturas de fina comedia, cuando en comitiva completa todos, incluida Victoria Montoya, van a Tucson a la feria del rodeo y su marido John Cannon promete no se pelearán y es lo primero que hace cuando un borracho le cierra el paso a su carruaje; Manolito Montoya se roba el sombrero de su hermana para dárselo a su querida, y Buck Cannon termina enredando en una maratónica pelea de box a su sobrino y al fin todos en algún momento se pelean a grado tal que el señor Cannon, creyendo que la pelea la ha ganado su hijo, golpea accidentalmente a su esposa dejándole el ojo morado. En fin que después de las arduas jornadas de trabajo para los peones del rancho, esta aventura en el pueblo me hizo recordar a cuatro alegres compadres que hace tiempo conocí cuando iban al centro de la ciudad de México en busca de licor y mujeres. Y en cuanto a la psicología de los personajes, en el capítulo de ayer en que se aparece el medio hermano de Annalee, primera esposa de John Cannon, el modo en que lo trata cada personaje denota una postura distinta: Blue Cannon conoce a alguien que lleva su misma sangre y como tal lo recibe, mientras que Buck Cannon lo hace con desconfianza (sentimiento que se confirma al final), dando a entender cierta celotipia a causa de su sobrino, y doña Victoria Montoya se deshace en atenciones para el enfermo (que viene con un disparo en la pierna) porque quiere a sus ojos legitimar el ocupar el sitio de su hermana.

Pero es sobre el planteamiento histórico e ideológico que la serie da un paso adelante, pues aborda el conflicto suscitado por la extensión del hombre blanco en territorios habitados ancestralmente por los apaches y la aparición de Cochise le da un referente cronológico. Al mismo tiempo, como desde los primeros capítulos lo asume el dueño del Gran Chaparral, hay un conflicto de intereses, más que de territorio por cabezas de ganado con el rancho del lado mexicano, perteneciente a don Sebastián Montoya quien, contextualizando la situación, no deja pasar la oportunidad de subrayar que sus vecinos del norte son, por decir lo menos, incivilizados. En medio de dos fuegos, la pragmática visión protestante de los inmigrantes llegados a Estados Unidos se deja ver cuando John Cannon decide, a través del matrimonio, aliarse con los Montoya para hacerle frente a las embestidas de los indios que, eso sí no lo podemos pasara por alto, son baleados al por mayor. Pero al menos a nivel discursivo plantea un anhelo que tiene en el pensamiento renacentista (propiamente de Tomás Moro) sendos antecedentes, cuando el jefe de los Cannon declara abiertamente que al aventurarse en esas inhóspitas tierras lo que desea es vivir en paz entre mexicanos y apaches, lo cual quiere decir entre europeos y aborígenes, en la misma línea como alguna vez lo soñaron Vasco de Quiroga, Bartolomé de las Casas y el padre Kino. Fundar en el fin del mundo una tierra donde la utopía (aunque televisiva) sea posible...

miércoles, 27 de agosto de 2008

Citius, altius, fortius...


16 días de competencia olímpica se fueron como el agua que Michael Phelps iba dejando tras de sí cada vez que ingresó a la alberca del Cubo de Agua pekinés, y en medio de la cruda que nos ha dejado su conclusión creo que se impone realizar un recuento en conjunto de este magno acontecimiento. Y yendo de lo cercano a lo lejano, estimo sumamente complejo evaluar la participación de la delegación mexicana, al margen de que en ello le va a uno no sólo la expectativa por ir conociendo los resultados de cada deportista, sino por anhelar que su desempeño fuese más destacado. Y es entonces cuando entramos al terreno de la relatividad, porque en gran medida que esos resultados positivos no se produzcan es debido (voy a repetir una obviedad) por una falta de estímulo en este rubro; y por el otro lado evidencia que aquellos logros obtenidos (las tres medallas de esta olimpiada, dos de ellas en tai kwan do, deporte que se ha convertido en lo que antes era el boxeo en cuanto a resultados positivos) son más bien fruto de un esfuerzo aislado.

Así las cosas, el deporte termina aterrizando en otras esferas, de lo político y lo público. Y precisamente dentro de esta última esfera no se nos puede escapar mencionar algo sobre la cobertura televisiva, misma en la que el grupo de Azcárraga Jean se dice ganadora. Desde luego que si se refieren a la señal abierta no habría mucho que discutir, si bien de acuerdo a una nota que leí en Milenio hace como semana y media parece ser que fue una victoria pírrica, pues en cuanto a audiencia Tv Azteca llegó apenas a 7 puntos y Televisa alcanzó casi 15. Dicha nota culpaba como motivo principal de esto a la ausencia de la selección mexicana de futbol en la justa olímpica. Pues bien, más allá de eso y del plus que intentan integrar ambas televisoras, lo cierto es que yo mejor acudí a TVC Deportes donde, ahora que lo pienso, apareció insólitamente tranquilo el profesor Nelson Vargas comentando sobre natación (lo cual hizo insuperable la narración de esas pruebas), cuando su hija ya llevaba varias semanas secuestrada; inclusive en el rubro de comedia los así llamados "villamelones" resultaron más amenos que el Compayito, Derbez, Chaparro y Brozo (con todo y su "chica medallas" y Mayrín Villanueva) en caracterizaciones ya conocidas, lo mismo que Tachidito e Inés Gómez Mont con los gritones de Azteca Deportes, quienes demostraron que sin José Ramón Fernández no son nada. Por eso también, aunque lo agarre de patiño Andrés Bustamente, confieso que lo único que extrañé en las transmisiones fue a él y al Hooligan.

Hablando sobre el área de la organización, al terminar la inauguración el pasado 8 de agosto lo declaré enfáticamente (sin que se hubiera disputado aún una sola medalla): China acaba de ganarle a Estados Unidos los Juegos Olímpicos. Analistas financieros presagian un declive económico para este país en fechas próximas, debido en parte a la resaca olímpica, pero lo cierto es que el modo como le ha levantado la moral (por si les hiciera falta) a esta nación va a desembocar en una nueva bipolaridad, con los restos del imperio yanqui tratando de prevalecer contra este empuje asiático. Y es que China tiene una estrategia más completa de frente a nuestros vecinos del norte, sustentada, claro, en esa eficiencia comercial de los últimos años (que es de lo que en México carecemos), a la cual se suma la raigambre de una cultura milenaria (que es lo que sí tenemos), un modo de ser como sociedad. Por eso no puedo hablar, en cuanto a competencia, que China sea como la Alemania de Asia: no, eso lo será Japón, que igualmente guarda ese afán de superioridad como necesidad, como algo impuesto. El espíritu chino tiene filosófica y socialmente inculcado, al margen de su acendrada superstición, el principio de la disciplina, y esto quedó de manifiesto en ambos planos, el deportivo y el organizativo y de infraestructura. Para ponerlo de relieve de una manera más clara: el espíritu alemán se fundamenta en demostrar ser superior al otro; el espíritu chino es susceptible de lograrlo al margen de su comparación con el otro, sino en encontrar en ese anhelo de elevar al hombre por encima de sí mismo un hábito, una forma de vida.

Debido a esto, no se trata por tanto de una fórmula que se aplique a un solo país en el mundo, ya que puede aterrizar en cualquier ser humano, y haciendo a un lado las separaciones geopolíticas, lo cierto es que, como pocas veces, pudimos presenciar eso, la constatción del hombre por ir más allá de sí mismo y, aunque globalmente China ganó la justa deportiva, de las tres figuras que se quedarán grabadas en el imaginario popular ninguna pertenece a este país. Tal vez el impacto de su aportación a la historia deportiva mundial estriba en haberse conjuntado en un mismo tiempo y lugar para realizar el portento de sus hazañas, pero también el contexto opera en favor de lo inusitado para valorar sus logros. Así las cosas, tomando como parámetro el lema olímpico puedo referirme a Usain Bolt como el hombre que refrendó el citius olímpico rompiendo dos récords de velocidad (mismos que no se habían registrado dentro de una competición olímpica); el altius corresponde a Yelena Isinbayeva, cuyo logro se vuelve significativo porque además de que también impone su marca histórica dentro de esta comptetencia (y en el último intento que le quedaba), porque quizás (hablo desde el trasfondo de este espíritu chino) más difícil que romper el récord de otro es hacerlo con el de uno mismo; y el fortius le toca a Michael Phelps, en razón de que más allá de superar la marca de Mark Spitz, entrar exitosamente tantas veces a la alberca fue más una prueba de resistencia y de fortaleza tanto física como mental. Para ellos, como reza nuestro himno, simbólicamente yo desde aquí les ofrendo la "guirnalda de olivo"...

martes, 19 de agosto de 2008

Del silencio hacia la luz...



Del silencio hacia la luz: mapa poético de México. Poetas nacidos en el periodo 1960-1989, Mérida, Yucatán, Ediciones Zur/Catarsis Literaria El Drenaje, 2008.

El título me hace recordar esos versos de Sabines: "Todo se hace en silencio. Como/ se hace la luz dentro del ojo". Esto a lo mejor Armando Pacheco y Adán Echeverría lo explican en el prólogo (que aún no he podido revisar), pero la emoción es la misma, la de un grato reconocimiento por realizar una tarea parecida a la que hace casi treinta años emprendió Gabriel Zaid con su Asamblea de poetas jóvenes de México. Quizá la diferencia que se impone es la extensión de ambos materiales, misma que gracias a los nuevas formatos de almacenamiento de información y de las ediciones digitales permite entregar un trabajo de proporciones epopéyicas. Y si bien este mérito les compete por completo, en virtud de la iniciativa llevada a cabo (no olvidar que Adán Echeverría ya había ensayado este tipo de organización con la edición de Nuevas voces en el laberinto, en el que explora la creación literaria yucateca en autores nacidos a partir de 1975), también es cierto que la realización del proyecto fue posible por la colaboración puesta por parte de los propios creadores. En este sentido constituye una herramienta para el autoconocimiento de los colegas con quienes formamos una ageneración, pero a la vez una coetaneidad, situación mixta que pondrá en juego una enorma gama de lecturas.

En fin, que para darle un poco de amabilidad a las agrias discusiones de los últimos días, y como un regalo de temporada, me permito transcribir algunos poemas (el que publiqué en homenaje a Paz hace casi 4 meses forma parte de este conjunto) que aparecen en esta magna obra.

CORONA DE ESPINAS

Absuélveme de sufrido,
de haber ignorado lo que eras
de no haber sido el que quisiste.
Rubén Bonifaz Nuño


Si un sol amanece cuando te acuestas
y lo hecho de sueños con otras frases
se enuncia, simplemente yo no te amo:

de qué sirve amar mientras no me alcance
para ayudar a cerrarte los brazos
cuando con desesperación los abres;

de qué sirve amar si al ir tú como árbol
con las raíces expuestas al aire
no puedo de abono darte mis manos.

Amiga a quien no amo: de cabeza ábrete,
tal como un día de piernas te abriste,
y absuélveme, porque si vulnerable
y destrozada te vi, soy el hombre
que ignora si habrá otra forma de amarte.

LAS DESGARRADURAS DEL TIGRE


A Eduardo Lizalde

Cerrar podrá mis ojos la postrera

sombra que me llevare el blanco día.

Francisco de Quevedo


Dos segundos antes de que fenezca

bajo el incandescente oleaje del meridiano,

el tigre alcanza a ver, con lucidez plena,

el porvenir:

los colmillos ya se le cayeron

y de tan retráctiles las uñas se le han aflojado.


El tigre mira en cada raya una historia

y lame en ellas duras cicatrices.


Dos segundos antes de que fallezca

el tigre ha visto, como luz de rayo

la dirección que persigue la muerte

y sus emisarios:

los colmillos y las garras,

que royeran carnes rollizas y frescas

acabarán sepultados bajo la erosión de la tierra,

convertidos en polvo como la espina

y aun la rosa.


El tigre cierra los ojos: ha guardado sus armas

dentro del oscuro estuche de un oleaje solar

verdaderamente enamorado.



DONDE SILBE EL OLVIDO: LUIS CERNUDA


A Vicente Quirarte

O poeta é um fingidor

finge tão completamente

que chega a fingir que é dor

a dor que de veras sente.

Fernando Pessoa

Éste es el drama,

no de quien vive para contarlo,

sino de quien cuenta para no vivirlo,

haciendo una ética

hasta de un paisaje en la playa


(hay que afeitarse con esmero,

hacer la raya en el cabello hacia el otro lado

y darle al llanto

proporciones épicas

para después sentarse a escribir en la mesa:


y es que sin duda

el tamaño del cuarto es pequeño

para la dimensión de sus pulmones.


Cumplir el rito de morir joven

es semejante al de pararse temprano

y colocar un espejo frente

al cristal de la ventana:

una red donde por fin quede

la luz presa).


Ésta es la comedia

que debe representar uno

para que lo tomen en serio.



miércoles, 6 de agosto de 2008

Léxico crítico...


Please don't wake me, no, don't shake me,

leave me where I am, I'm only sleeping.

—Lennon and McCartney—

Primero que nada quiero anunciar que con esta recontrarréplica por mi parte doy por terminada la controversia sostenida con Geney Beltrán Félix, nacida a raíz de su reseña sobre el Diccionario de escritores mexicanos siglo XX. Y concluyo por el principio de mi anterior intervención, porque el objetivo primordial de mi respuesta iba enfocada a disipar la confusión en la que parece estar enredado nuestro reseñista al hacerme recalcar otra vez una obviedad: literatura sí es todo lo que se publica (la misma etimología del término pone esto de relieve: la letra que perdura lo hace luego de su paso por la imprenta). Ahora bien, se puede sobreentender que dentro de este universo editorial Geney Beltrán se refiere a aquel segmento de la literatura que tiene una pretensión estética, pero ni aún en esos términos es posible ignorar que si un libro vio la luz de la publicación en alguna casa editora es porque detrás de ese proceso (inclusive en el caso de los "criterios políticos o comerciales" que se aducen, los cuales también deben ser registrados precisamente por su carácter de anomalía) hubo alguien (además del autor) que respaldó su pertinencia para hacerlo llegar a un público lector que corroborara o refutara sus méritos. Si veleidosa es la fortuna que puede correr una obra de creación literaria (y los ejemplos de esta naturaleza bien podrían llenar una considerable cantidad de páginas), más inestable y transitoria es la valoración crítica sobre la misma, por lo tanto, suponer que un especialista entregue sus juicios para la posteridad es fincar castillos sobre arenas movedizas.

Así las cosas, y considerando que en más de un aspecto comprendo las nobles intenciones de Beltrán Félix, como una aportación a quienes se hayan tomado la molestia de seguir de cerca esta polémica, finalizo enlistando un breve glosario para traducir conceptos del Léxico Crítico Beltraniano al Español:

  • Literatura. 1) Obra escrita e impresa que detenta la obligación de concitar sobre sí el aplauso o el rechazo unánime. 2) Como su preeminencia reside en su calidad, antes que en su cualidad de ser un producto de imprenta, se considerará en este rubro toda aquella obra genial que aún no haya sido publicada ni siquiera escrita, sino sólo pensada.
  • Crítico literario. Sabio que, por serlo, coloca sus argumentos por encima de cualquier curriculum. Se considera crimen de lesa majestad que el desocupado lector no se supedite a su criterio.
  • Index (Librorum Prohibitorum et Expurgatorum). Solemne listado establecido por la Santa Inquisición y digno de ser rehabilitado para proscribir toda obra escrita que no llene las expectativas del crítico en cuestión.
  • Lectura (proceso de). Ejercicio inquisitorial en el que se asienta con letras de oro el valor (si lo tiene) de una obra literaria. Se sobreentiende que es social y moralmente sancionable si el especialista en este oficio lo ejecuta por puro gusto.
  • Editor. Ser animado por oscuros motivos para efectuar la exterminación de las áreas verdes del planeta con cuya materia se imprimen libros y diccionarios indigestos.
  • Ficha de autor bio-crítica (o entrada). Ejemplar muestra de respeto para un escritor. La profundidad de introspección dentro de su obra se puede medir proporcionalmente a la cantidad de adjetivos que el autor de la ficha utilice para sus razonamientos.
  • Reincidir-insistir. Buscar en un concepto o postura ideológica otros recovecos de interpretación para intentar demostrar que no se está equivocado.
  • Diccionario literario. Dícese de aquella obra enciclopédica cuyo deber es registrar críticamente aquellos libros y autores no censurables (ahorrándole al lector la pena de leer lo prescindible). Por antonomasia su valor detentará el carácter de inapelable si va firmado con los apellidos Domínguez Michael.
Jesús Gómez Morán

Sobre Diccionario de escritores mexicanos

Fuera de agradecer al señor Gómez Morán la precisión sobre la digitalización del Diccionario, no tengo más que reincidir en lo que planteo en mi ensayo. Es falso que una obra de consulta implique la renuncia a ejercer el discernimiento crítico, que no se define sólo por elegir sino básicamente por evaluar. Es falso que un diccionario de escritores mexicanos, para no hacer un uso ilegítimo de la palabra diccionario, deba incluir a todos los ciudadanos mexicanos que hayan publicado al menos dos libros. Es torpe negarse a “establecer una cofradía de iniciados que dictaminen lo bueno y lo malo de lo que se publica”, porque ésa debe ser la labor del crítico y el estudioso, ya que no es la de los editores (que se dejan llevar, en muchos casos, por criterios políticos o comerciales).

Literatura no es todo lo que se publica, sino aquello que por sus valores debe ser leído, discutido y conservado. ¿Quién decide esto? El especialista: llámese crítico o investigador; sea del medio académico o de extramuros. Entiendo perfectamente que es ésta una obra bibliográfica, pero eso no significa que uno esté obligado a aceptar el Diccionario, sólo porque sí, en sus términos: las bibliografías, como señalé, se agradecen, pero no las fichas bio-acríticas que revelan falta de un compromiso de lectura, en aras de satisfacer una visión populista de respeto a la actividad literaria, cuando que la mayor muestra de respeto a un autor es emprender su lectura y crítica, no sólo rescatar del supuesto olvido los pies de imprenta de sus títulos. La democracia, si acaso sirve para resolver asuntos sociales, no tiene por qué ser invocada para la literatura, donde la distribución del talento es dispareja.

Ahora, si el currículum estuviera por encima de los argumentos, terminaría señalando que no hablo de oídas: conozco la producción del medio académico bastante bien (como estudiante, docente, editor, crítico y dictaminador) y mis reflexiones tienen que ver con una exigencia ética de los estudios académicos dedicados a la literatura, en relación con las presiones de la democracia. Pero ése es un tema más extenso sobre el que insistiré en un texto de próxima publicación.

Geney Beltrán Félix

martes, 22 de julio de 2008

Elogio de la parcialidad

Si hay un punto que faltó tratar con mayor profundidad en la anterior entrega, dentro de la controversia sostenida con Geney Beltrán, ése es precisamente el concerniente al "análisis objetivo". Empezaré por afirmar, al par que mi colega, que dicha entidad es inexistente. No se puede tener un papel neutro frente a la página de un libro y en general de frente a la vida. Inclusive descarto de entrada la posibilidad de que alguien asuma el papel de espectador sin tomar partido, sin emitir algún juicio, por tímido que sea ante el acontecimiento que presencia, sea éste una puesta de sol o un asesinato. Destino unido al del ser humano es la de sacar siempre conclusiones de un hecho aunque nadie se las pida. La justicia por eso, de fondo, está socavada: esa idea de dar a cada quien lo que le corresponde depende de quién sea la persona que realice dicha repartición. Así las cosas, ¿quién puede supeditarse al salomónico juicio de un magistrado tan venales como los que desfilan en la actual Suprema Corte de la Nación? Desde luego que esta imposibilidad de ser justo no justifica las reprobables intenciones y oprobiosos acuerdos debajo del agua que se desentienden del bien común: una cosa es ser imparcial porque ni la mente, ni la lengua ni el corazón son un papel en blanco, y otra es serlo medrando a costillas del erario público para que los beneficios se repartan de manera personal o dentro de un séquito cercano de cortesanos o aduladores. Pero esto es harina de otro costal.
El asunto de fondo, en términos del ejercicio lingüístico que es el área de nuestra competencia, consiste en asentar tajantemente que así como no se es objetivo, ni imparcial, ni neutro cuando se escribe, tampoco es así cuando se lee. A menos que se esté en presencia de una incomprensión del circuito comunicativo, entender significa sacar conclusiones, formarse una opinión propia, o tal vez influida, pero difícilmente nula. Por lo tanto, si ya Einstein ha relativizado al tiempo que resulta algo mucho más consistente en la experiencia vital de todo ser humano, hay que evaluar de forma aún más relativa valores universales como la justicia, la democracia y la visión objetiva aplicada, por ejemplo, en el quehacer periodístico. Esa pretensión de comunicar los hechos "tal y como acontecieron" es tan ilusa como la de la referencia precisa a un suceso histórico. Justamente dentro de algunas de las teorías del discurso histórico actuales se analiza el condicionamiento de la interpretación de algún acontecimiento del pasado dependiendo de quién lo esté narrando.
Si esto pasa dentro de una disciplina que aspira a una mayor pretensión científica en su manera de entender el mundo, en el campo de la interpretación literaria no es de extrañar que asuma proporciones más amplias. No obstante este hecho no hace sino acentuar más la defensa de acercar al lector, en funciones principalmente educativas, una serie de informaciones y herramientas para que se forje su propio punto de vista. Es inevitable, como decía, que cada individuo adopte una postura frente al fenómeno que presencia; también decía que esta opinón es susceptible de ser influida, pero si se quiere organizar el modo de aproximarnos a la médula del texto literario, no creo que sea conveniente hacerlo de la forma inversa, esto es dando primero una opinión o crítica del texto leído y después una serie de informaciones correlativas al contexto y a la vida del autor en cuestión. Sin embargo, como todo lo arriba expuesto, esto es sólo una manera de enfocar las cosas: un punto de vista definitivamente imparcial.

jueves, 10 de julio de 2008

Réplica a la reseña de Geney Beltrán Félix


Volvamos a asuntos literarios. No sé si publiquen esta réplica: al menos utilizo mi blog para hacerla pública.


Le suplico publicar la siguiente réplica a la ¿reseña? del señor Geney Beltrán Félix.

Luego de leer los comentarios vertidos por el señor Beltrán Félix me quedé pensando que las imprecisiones (exageraciones no, porque según el diccionario de la lengua española exagerar implica partir de una base justa, verdadera y razonable, pero con sus límites desbordados) de sus argumentos provenían de la desinformación. No obstante sorprendido (por el tiempo que el narrador, crítico y editor culiacanense pasó en el Centro de Estudios Literarios de la UNAM y pudo tener conocimiento tras bambalinas de la elaboración de esta obra y de la gente dedicada a esta tarea) respondo a algunas de sus afirmaciones atrabiliarias en razón de que esa misma desinformación y confusión se difunda entre quienes leen este suplemento.

Beltrán Félix reprocha, por principio de cuentas, que este Diccionario de escritores mexicanos del siglo XX no sea un Diccionario crítico de la literatura mexicana, cuando desde el título está declarado el objetivo elemental de la obra. Cierto, se trata no de un libro, sino de una obra de consulta; igualmente es cierto que se trata de una herramienta en tanto que un diccionario literario es eso, instancia de apertura y no de clausura de frente a la producción de las letras nacionales: precisamente su existencia determina una paternidad, o un precedente para obras como las de Domínguez Michael o Armando Pereira (con su Diccionario de literatura mexicana siglo XX, en el que se comprenden generaciones y movimientos literarios de nuestro país), cumpliendo así su cometido de punto de partida.

Lo demás son conclusiones falaces, porque en la misma proporción que el señor Beltrán Félix critica la ausencia de crítica en el medio literario (y universitario), cuestiona que el DEM no sea una obra de análisis crítico, algo así como el vademecum del quehacer de nuestras letras, que permita inocular al lector de aproximarse a obras que no valen la pena. Flaco favor, porque además de esgrimir conceptos como el de la democracia, a lo que aspira es a establecer una cofradía de iniciados que dictaminen lo bueno y lo malo de lo que se publica. Pero me pregunto: ¿qué ésa no es tarea de los editores? En fin, como se ve, toda esta diatriba lo que evidencia es un ataque desplazado, porque amén de criticar al DEM por su falta de crítica, le reprocha no ejecutar las tareas editoriales que justamente consisten en seleccionar lo bueno de lo malo de la producción literaria. Cierto, la médula del DEM son sus listados bibliográficos, necesarios (ni modo, me hacen asentar una verdad de Perogrullo) en el entendido de que en el área correspondiente los editores hicieron su chamba y publicaron lo que vale la pena. En concordancia, lo más sensato y útil sería levantar un censo relativo a esa producción (sensatez y utilidad que pierde de vista nuestro reseñista). ¿O por dónde considerará pertinente el crítico en ciernes comenzar la labor ingente por la que pugna para acceder así al terreno de lo legítimamente filológico, según su criterio?

Podría seguir, pero no tiene caso. Sin embargo, paradójicamente suscribo lo que afirma Beltrán Félix al final de sus comentarios: "la memoria es selectiva y recurre a la crítica para discernir lo que es pertinente conservar, de lo que no." Yo por mi parte me atrevo a pronosticar que el DEM seguirá siendo punto de partida tanto de tesis indigestas como de sesudos análisis críticos (hasta donde sé en la democracia tienen derecho a votar lo mismo los inteligentes que los tontos), a pesar de los defectos que sin duda tiene (y que al menos de los que tenemos conocimiento estamos intentando corregir), pero que ninguno de ellos fue señalado por el reseñista en su texto. Así pues termino supeditándome también al concepto de "análisis objetivo" que rubrica Beltrán Félix, porque más allá de que yo también defiendo su existencia (que si nuestro reseñista no sintiera fobia por el ámbito académico universitario le podría recomendar acercarse a la hermenéutica analógica del doctor Mauricio Beuchot, que aborda varios puntos en torno a este concepto), no justifican los despropósitos vertidos sobre DEM, y no porque provengan de una mala fe, sino porque lindan en lo "naif", ya que si hubiera tenido cuidado de revisar la página de Google libros, se había percatado de que el tomo VII y VIII se encuentran disponibles en la web, como próximamente lo estarán los 9 tomos en su totalidad, merced a un acuerdo signado por el anterior rector, Juan Ramón de la Fuente, y este consorcio de internet.

Me despido agradeciendo la atención prestada a estas líneas

Atentamente
Mtro. Jesús Gómez Morán, corresponsable del proyecto (porque implica una labor de continuo mejoramiento) “Diccionario de escritores mexicanos siglo XX”



Diccionario acrítico


Por Geney Beltrán Félix
Diccionario de escritores mexicanos. Siglo XX. Desde las generaciones del Ateneo y Novelistas de la Revolución hasta nuestros días. Tomo IX (U-Z)Dirección de Aurora M. OcampoMéxico, UNAM (IIF), 2007, 517 p.ISBN 968-36-2825-7


Nada que comentar. El tomo ix y último del Diccionario de escritores mexicanos. Siglo xx comprende de la u a la z. Son 517 páginas de fichas que recopilan información biográfica, bibliográfica y hemerográfica. Cierre de un proyecto de cuatro décadas patrocinado por la Universidad Nacional Autónoma de México. ¿Cómo? ¿Éste, un loable esfuerzo? Sin duda.


“Uno de los propósitos del Diccionario ha sido facilitar la tarea de la investigación literaria. Para ello, cada ficha de autor desarrolla un análisis objetivo en tres aspectos fundamentales: el primero ofrece los datos biográficos del escritor e información somera de su obra; el segundo, sus obras, divididas en bibliografía y hemerografía, ambas clasificadas, por lo general, en orden alfabético de géneros, y éstos a su vez en orden cronológico de publicación, y el tercero, sus referencias, clasificadas en orden alfabético de críticos”, anuncia la directora del proyecto, Aurora M. Ocampo, en la primera página. Nada que comentar. No: agradecer, solamente, la constancia de una laboriosa tarea de registro y catalogación.


¿Nada que comentar? No. Pues no hay manera de tomar partido, en tanto crítico, ante los contenidos de este Diccionario. Porque no hay tales contenidos. Es una obra que recopila información, no acrecienta el conocimiento. Es una herramienta, no un libro. Es un listado bibliográfico, no crítica literaria.Cuarenta años de trabajo, cierto, para que los historiadores literarios o los tesistas de —digamos— maestría en letras y que, por añadidura, vivan en una ciudad que cuente con una universidad dotada de una biblioteca que resguarde en su sección de referencia estos nueve tomos —pues la obra, faltaba más, no está en línea— sepan qué títulos ha publicado determinado “autor” (cualquiera: no sólo los grandes y los buenos, sino también los mediocres y los pésimos), y qué textos han escrito los “críticos” (todos: tanto los inteligentes como los brutos) sobre aquél. El tesista iniciará entonces su recopilación de materiales. Lo que supone que para escribir acercamientos iluminadores a una obra se cree exigible conocer toda la bibliografía en torno de ella, aunque esto implique, como luego sucede, no considerarse obligado a leer nada más: quien “trabaja” a Micrós puede llegar al doctorado y luego dictar cátedra en una universidad sin haber leído a Aquiles Tacio ni a Robert Browning ni a Cortázar. (No exagero.) Este perfil de investigador ya no es el de un humanista, abierto y curioso a múltiples referencias culturales; quiero decir, no es el de un lector de literatura sino de bibliografía indirecta. Y ahí se queda. (De veras, no exagero.)


¿Tanto dinero y tanto tiempo para esto? ¿Una de las mayores universidades del continente, dedicada a compilar fichas bibliográficas? Es injusto este reparo, lo sé: debería sólo examinar el Diccionario en sus propios términos, a partir de sus reglas. Eso es, sin embargo, imposible: ¿cómo corroborar la exactitud de las fichas? Escoger algunas al azar, ir a una hemeroteca: buen camino, aunque más propio de un personaje de Melville o de Kafka. O, acaso, podemos fastidiar el ánimo de los redactores cazando incongruencias sintácticas; así, en la ficha de Rodolfo Usigli, se dice: “Hijo de padre italiano y madre austriaca, desde niño le interesó el teatro…”, donde teatro es el torpe sujeto que sigue a una aposición referida a Usigli. Dejemos esos aspectos, tan mezquinos. Preguntémonos: más allá del bibliográfico, ¿cuáles son los otros propósitos del Diccionario?Filológicamente, ninguno.


En sus términos, esta obra es útil a un fragmento pequeñísimo de los interesados en la literatura mexicana. Aclaro que no exijo un populismo de “hay que darle presupuesto sólo a libros que prometan superar la valla de los diez mil lectores”. Pero como las fichas confían en la existencia de un “análisis objetivo”, nos hallamos ante una obra falaz. No hay nada, en ninguna universidad del mundo, al menos entre las dedicadas a las humanidades, que pueda tolerar el sonsonete ése de “análisis objetivo”. No sólo en las humanidades semejante frase resultaría sospechosa. ¿Habría que decir que cuando hablamos de literatura alegar una pretensión de “análisis objetivo” es una declaración de cobardía, ignorancia o incompetencia (o las tres juntas)?Ya escucho la réplica: “El Diccionario es un paso valioso, por inicial, para el ejercicio de la crítica. El estudioso encuentra en estas páginas, sin tamiz, todas las fichas bibliográficas pertinentes a su tema, para que él despliegue su criterio y discierna, en tanto especialista, qué sí y qué no vale la pena”. Pero ¿qué es eso de dejarle la chamba a los demás? ¿No es precisamente la unam, por medio de un docto equipo de filólogos, la obligada a plantearse una revisión mayor y exigente de nuestras letras? ¿Esa tarea, cuándo? ¿Presupuesto, habrá? ¿Y si eso significa incomodar prestigios y egos de autores que sólo tienen currículum, y no obra; premios y becas, y no lectores?


Al grano. El Diccionario es un síntoma, gigantesco, de una perversión. Mi pleito no es con estos nueve tomos, sino con lo que representan y afianzan en tanto política del medio académico dedicado a los estudios literarios: la ausencia de la crítica. La consigna es: no tomar partido, no enjuiciar, no seleccionar; lo que significa: no leer la literatura. En sus monografías el investigador sólo describe y analiza con las anteojeras dócilmente ajustadas de un marco teórico importado. El texto —cualquiera— tiene valía en tanto que es texto y merece ser fichado o “trabajado” en una tesis sólo por haber conocido la imprenta. Ninguna exigencia de la calidad. Se trata no sólo de no hacer crítica de la literatura, sino de no criticar tampoco la “crítica” (llamémosla de algún modo) que se redacta en buena parte del mismo espacio académico. Una farsa donde casi todos aceptan participar, a cambio de olvidarse de los derechos tanto de la literatura como del lector. Y una generación de investigadores educa a la siguiente en la misma burocrática mansedumbre ante el fenómeno de la letra: hay marcos teóricos, no hay criterio; hay análisis, no hay síntesis. Información, y no conocimiento. Hay lectura de bibliografía; no hay crítica literaria.


No exagero, por supuesto. Esto ya lo sabemos; ya se ha dicho muchas veces, y desde adentro —Alatorre, Sheridan—, pero ¿es un problema sólo de los estudios literarios académicos? ¿Sólo de la Universidad Nacional? Otras instituciones, académicas y del gobierno, incurren en la misma tolerancia excesiva de “lo representativo”. Lo que acaso signifique que estamos ante un problema general de nuestros tiempos.


No queremos la crítica. Estamos hartos, luego de 350 o casi 400 años, del cosquilleo persistente de la crítica en la sociedad. A cambio, hoy todo mundo tiene derecho a sus 15 minutos de fama, al narcisismo no editado de su página de internet, a su comentario en los foros de discusión de los periódicos. Hay queja y descalificación sin argumentos, hay exigencia de apapacho a cambio de mis impuestos. Opinión prejuiciada, no diálogo crítico.


Hoy se democratiza no el mérito (llevar lo mejor de los pocos a la comprensión de los muchos) sino la mediocridad (aplaudir en automático lo mediano o lo pésimo de todos). Peor aún: la democracia da prioridad a la autoestima en demérito de la crítica. Fomenta el respeto a la autoestima de todos y desecha el ejercicio de la crítica por los pocos. Pero no hay que ignorar que el apapacho es la forma política del desprecio en nuestro tiempo.


No recalaré en la cantaleta de que la crítica es un ingrediente básico de la democracia, y necesario para un espacio social de libertad. Porque es falso. Si la democracia defendiera la crítica, no fomentaría la ausencia de crítica. Antes, la lucha contra el despotismo se sustentó en la crítica. Pero una vez establecida como el sistema político hegemónico, la democracia ha sabido nulificar el efecto de la crítica sobre sí misma. La nueva forma de la censura no consiste en la mordaza, sino en el ruido: que todos, lerdos y listos, hablen y griten de tal forma que la voz de los críticos pase inadvertida en el escándalo.


Y en literatura, que a nadie se excluya. Todo se ficha, todo se homenajea. Lo cual no se justifica en tanto lucha contra la desmemoria. Porque la memoria es selectiva y recurre a la crítica para discernir lo que es pertinente conservar, de lo que no. Registrar a todos los autores mexicanos del siglo xx no es rescatar del olvido a nadie, sino hundirlos a todos, buenos y malos, en el mismo marasmo en que los documentos de una oficina de gobierno terminan cuando se los resguarda, sí, pero en un archivo muerto. Todo se registra, no para la memoria de un lector, sino para la burocracia de los tesistas. Nada que comentar: triste fin de la letra. La literatura no como crítica de la vida ni como posibilidad de conocimiento: la literatura, sí, como papel y tinta, sólo nombres y títulos, sólo fechas y pies de imprenta.Y no exagero.


Esto no es un diccionario

Como san Agustín respecto del tiempo, sabemos qué es un diccionario si nadie nos lo pregunta, pero trate usted de responder sucintamente en qué consiste esa clase de libro… José Martínez de Sousa dedica 55 de las 329 páginas que conforman el cuerpo de su Diccionario de lexicografía práctica a discutir en qué consiste este género de obras y a ofrecer variantes, ejemplos, salvedades. El único elemento común a las cuatro acepciones que ofrece en la entrada diccionario es el orden alfabético en que se disponen los elementos, que lo mismo pueden ser “palabras, locuciones, giros y sintagmas de una lengua”, que “términos de una ciencia, técnica, arte, especialidad” e incluso “nombres, hechos, noticias”. Circulan desde hace poco en nuestras librerías cuatro testimonios de esta diversidad. El derecho penal a juicio, a cargo de 134 autores, expone 74 temas considerados de importancia capital para el derecho penal mexicano de hoy; cada entrada incluye varios textos que difieren significativamente en su enfoque, extensión y claridad, de manera que lo incluido en un solo concepto va de una cita textual de la ley a la breve opinión personal (o partidista, identificada abiertamente como tal), de la síntesis teórica a la sentencia didáctica. Las entradas son, pues, un compendio atomizado que resume el estado actual de la discusión sobre cada tema. Por su parte, El sabor de las palabras —según se advierte en una nota al principio del volumen— no es “un libro de cocina ni […] una enciclopedia de gastronomía”, sino que agrupa “las palabras relacionadas con este tema cuya procedencia o sustancia tienen una historia que contar”. No es un recuento exhaustivo, sino un divertimento de la autora, una lista de los términos que le parecieron “comentables”, interesantes, divertidos. Con esta lógica, lo mismo cabe frijol que fuego, tomillo que tortellini o vodka. No se trata de un volumen de consulta para lectores especializados y sí de un texto de lectura lánguida y curiosa (casi siempre suculenta). Otra obra paladeable es la de De Oliveira Castro, que reúne en La lengua ladina de García Márquez vocablos con la acepción, la tonalidad y el sesgo particular que el Nobel colombiano ha dado a cada palabra. No sólo compila regionalismos colombianos e hispanoamericanos, como cicatero, faltriquera y machucante, sino también palabras que no son de uso generalizado: términos médicos, religiosos, geológicos, farmacéuticos, históricos… Cerramos este repaso incluyendo una de las novedades que más han agitado nuestras aguas críticas en tiempos recientes, en cierta medida de manera incomprensible: la compilación de artículos y ensayos que Christopher Domínguez Michael denominó Diccionario crítico de la literatura mexicana (1955-2005). Sabemos ya, por lo que han dicho sus acerbos comentaristas y el propio autor, que el libro no es una equilibrada obra de consulta o una guía bibliográfica, sino una arbitraria mescolanza de textos, arropados por un título igualmente arbitrario —que es una de las prerrogativas autorales—. Acaso la clave de ese polémico trabajo la hallemos en el propio Martínez de Sousa, quien reconoce la existencia del “diccionario de epónimos”, el cual “registra nombres de héroes o personajes que han dado nombre a una ciudad, pueblo, lugar”, pues las entradas de este compendio son, mayoritariamente, quienes contribuyeron a hacer de Domínguez Michael quien es. (tgs)


Geney Beltrán Félix (Culiacán, 1976) estudió la licenciatura en letras hispánicas en la unam, donde obtuvo la medalla Gabino Barreda. Inició la maestría en literatura latinoamericana en la misma institución, pero al semestre y medio se dio de baja de manera definitiva, hastiado.

sábado, 7 de junio de 2008

Librería "La palabreta"...

Supongo que aunque el nombre constituye una referencia intermedia entre "palabreja" y "palabrota", lo cierto es que las intenciones tras la apertura de este nuevo espacio no pueden sino calificarse como nobles. El pasado día 5, cuando conocí esta nueva librería tras la lectura hecha en compañía de Catalina Miranda (Federico Corral no pudo hacer acto de presencia) como parte de las actividades de difusión de la antología Animales distintos, resultó inevitable citar el antecedente de una librería dedicada exclusivamente a libros de poesía como lo era Tomo 17, que hace igual como diecisiete o quizá veinte años se encontraba en una callecita que desemboca al Monumento de Álvaro Obregón, detrás de Insurgentes en San Ángel. Situada en la calle de Córdova, casi esquina con Álvaro Obregón, a la vuelta de la Casa del Poeta (tenía que ser) en la colonia Roma, el local de La Palabreta es modesto en cuanto al tamaño y surtido bibliográfico, pero es de suponerse que lo segundo se irá incrementando de a poco. El día de la lectura se colocaron un par de mesitas redondas para los asistentes y como doce sillas para los asistentes. Algunas trabes se hayan sin aplanar y en cuanto a los muros surgió la idea de pintarlos de blanco y luego anotar los nombres de eximios (y otros no tanto) poetas.

Como casi a la entrada está el mostrador con una máquina de café, se sugiere la modalidad de pedir un café y cubrir su respectivo costo incluido dentro del precio de algún libro o disco que se merquen. Y en cuanto a las lecturas, éstas apenas han comenzado y esperamos que se desarrollen a futuro de manera asidua los días jueves de cada semana. Desde luego que aún es prematuro elucubrar sobre las posibilidades de supervivencia de una empresa así, pero ésta dependerá del interés y concurrencia que la comunidad poética de nuestra ciudad le dé como viabilidad al negocio de la venta de su acervo editorial. Por mi parte, yo al menos les recomiendo realicen un paseo por la zona y en una de ésas le den una visitada a la susodicha librería. Si París bien vale una misa, creo que de la Roma (la colonia) se puede decir lo mismo.