martes, 11 de noviembre de 2008

Mouriño y los intocables o las varias versiones de un atentado


1) En la versión fílmica de la famosa serie de Los intocables (Brian de Palma, 1987), se halla una escena en la que, ante la presunción de ser Eliot Ness y sus ayudantes quienes perseguían a Al Capone, eran ellos los que estaban fuera de peligro, en su calidad de perseguidores; entonces Capone ordena a uno de sus sicarios darles una lección matando al asesor contable de Ness, a quien le dejan un mensaje advirtiéndoles que son "tocables". La cúpula oligárquica que lleva los destinos de esta nación, y que según dicen opera conforme a derecho combatiendo al crimen organizado, no se diferencia de esta camorra mafiosa más que en el hecho de que Calderón (más que Eliot, monstruo del lago Ness) y sus secuaces están, sobre todo después de lo sucedido hace una semana, desorganizados (y por supuesto, tan tocables como lo puede ser la alteración de las pruebas para descubrir las causas del avionazo).

2) ¿Qué sigue ahora: canonizar a Mouriño (que junto con el inefable Santiago Vasconcelos, luego de los informes filtrados por miembros del cártel de Sinaloa, dentro de este ajuste de cuentas con las bandas de narcos tuvieron que ser silenciados) cumplió su evangélica misión? ¿Canonizar a Obama que apenas la empieza? Como diría Vicentico y el resto de los Fabulosos Cadillacs: "latinoamericanos: no hay nada que festejar". Siendo indulgentes lo más que se le puede conceder al político fogueado a la sombra de Cicerón y lo más agudo de la oratoria romana es que, como sucedió con los pueblos conquistados a punta de espada, tengamos en él a un emperador como lo fue Trajano (quien no era latino de nacimiento, sino de la región ibérica, pero asimilado a la cultura grecolatina, y quien logró darle a Roma su máxima extensión territorial), defensor a ultranza de los intereses del imperio. Así las cosas, parece que en una proporción inversa, en el mismo porcentaje en que Obama intente equilibrar el nivel de vida de los estadounidenses, tendrá que aplicar medidas "dolorosas" en el exterior. Total, ya ha quedado demostrado que hay formas más sutiles de dominación que la punta de una balloneta o de una bazuca. No obstante con ánimo optimista esperemos ver en él, si de emperadores romanos se habla, una especie de Marco Aurelio, sin perder de vista que para haber llegado a donde lo hizo una de dos, o tiene poderes extraordinarios en virtud de su popularidad (en situación semejante a la que tuvieron Perón o Hugo Chávez, más recientemente), puesto que para eso se inventó la democracia (y ahí sí ni la propia Grecia estuvo libre de los tiranos) o en definitiva habrá de transigir y obedecer los lineamientos que el capital internacional le dicte. A estas alturas de la historia, si se pudo desaparecer al secretario de Gobernación de un país tercermundista, quién puede olvidar que del otro lado del Río Bravo bien que se pudo hacer lo mismo con el otro mandatario demócrata incómodo que fuera asesinado en Dallas.

3) Esto lo dijo hace algunos años un profesor de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM: "la única diferencia entre un republicano y un demócrata es que unos van a misa de domingo a las once de la mañana y los otros a las doce"...

4) Por cierto, para despejar las dudas sobre un posible sabotaje al artefacto volador en el que iba Mouriño y compañía, efectuado desde San Luis Potosí, las autoridades se apresuraron a afirmar que la nave estuvo todo el tiempo bajo la vigilancia... de los saboteadores, por supuesto.

5) El circo, más que cerco informativo, colocó un día después del desplome del avión al secretario de Comunicaciones, Luis Téllez, en un
reality show diciendo que el aparato seguía la trayectoria correcta, llevaba una comunicación fluida con la torre de control y seguía las instrucciones de vuelo tal como se había planeado. Esto quiere decir que si el avión se vino para abajo no deberíamos de sorprendernos: también eso estaba planeado.

6) Entre los rumores del contenido de las grabaciones de las cajas negras (y así no esperar 11 meses para que nos digan las mismas mentiras) trascendió este fragmento: "Cuando me vaya, para Venecia, adiós Lucrecia, te escribiré, te escribiré... Tira de la vela, tira de la vela, de la vela estoy tirando al son de la mandolina, adiós Catalina mía, noches de cabaret... --Baja Dumont, baja Dumont, que aquí te espera la comisión que ha de llevarte a la Antequera --Que se vaya donde quiera que no me pienso bajar, que me pienso dirigir hacia el Peñón de Gibraltar"... Toda versión es válida, puesto que el poder, por la gracia de serlo (tal como lo anoté en mi anterior colaboración) no necesita tener razón.

7) Y no hablemos de los cotos de poder inculcados en el medio cultural y más específicamente literario de nuestro pobre país (como en un poema lo sentenció Efraín Huerta). El intimidante despliegue de recursos destinados a homenajear al octogenario escritor que como mayor gracia dio a las letras nacionales algunas novelas de valor, tanto por instituciones privadas como públicas (entre ellas la UNAM), no hace sino dejarme pensando en la falta que nos hace tener un héroe intelectual, y ante su ausencia no tenemos más remedio que rendirle pleitesía a nuestra máxima momia literaria: lo siento por Jorge Volpi, quien se declara su heredero pues parece que toda su herencia será, apenas, una cripta.