miércoles, 16 de septiembre de 2009

Sainete nacional...


Puedo mencionar de momento dos situaciones cuya repercusión se me agolpa en las sienes, pero creo que acumuladas con el paso de los años deben haber más: la de ver al personal de un banco vistiendo con moños tricolores (y a las cajeras como adelitas) que nos harían suponer la introducción de la moda de vestir como charros a
diputados y senadores (que de todos modos muchos de ellos son de por sí líderes sindicales) y la de la obligatoriedad por decreto de hablar bien del país. Como dirían los Fabulosos Cadillacs, "no hay nada que festejar" y acentuando el tono antipatriótico del poema "Alta traición" de José Emilio Pacheco, tendría que decir, en honor a la verdad, que detesto a mi país. Inclusive en la composición mencionada se resalta que lo verdaderamente valioso de la patria son esas otras cosas que no son la patria: personas amadas que pueden ser de su familia, la geografía que en lugar de ser respetada es agredida por la presencia humana. Identidad significa centro, procedencia y destino. Por eso, lo que fue el ideal de emancipación no es sólo distinto a lo que se proyectó, sino radicalmente opuesto.

No quiero desde luego, en un afán de remover conciencias, ser injusto: México tiene en distintas áreas una definición clara y distinguida, como lo son la gastronómica, la musical (en determinadas épocas, junto con la cinematográfica), la vestimenta, algunas manifestaciones religiosas, plásticas y literarias. Pero nada más
. Aceptar que hay algo que vale la pena en esta marabunta de ignominia no es amor patrio sino ausencia de amor propio. Como el novelista Mariano Azuela lo expresó en cada una de sus obras, la venalidad permea los estratos del poder y mientras eso no se reforme el proyecto de país es inviable.

-Es inaceptable suponer que haya habido votantes en favor del PANAL (y del Verde Ecologista ni qué decir), ese partido Frankenstein con el que abiertamente la Gordillo maneja el espectro político ahora que lanzó sus invectivas (tal vez porque no le gusta el futbol americano) contra el virus AH NFL...

-Es inaceptable que se autorice un nuevo impuesto para en proporción hacer que los ricos paguen más (como hoy lo explicaba, según esto, un analista): si los pobres pagan tres pesos, a los ricos se les podrán cobrar 30 y destinar esos fondos en "gasto social" (que según él beneficiará a los pobres). A nuestro especialista se le olvidó que quizás ni siquiera los tres pesos de impuesto podrán pagar los pobres (¿quién lo haría si eso significa quedarse sin un tercio de tortillas para alimentarse un día?).

-Es inaceptable considerar siquiera el trámite para la emisión de una nueva cédula de identidad que pretende echar a andar la Secretaría de Gobernación, con un costo calculado (por esta misma entidad) de 3 mil millones de pesos, mientras a la educación se le hacen recortes presupuestales y en medio de la pulmonía que resultó el catarro hacendario ante la recesión económica mundial.

-Es inaceptable que en medio de las inundaciones provocadas por las recientes lluvias torrenciales en la ciudad de México, tengamos que, como reza aquella canción de los setentas, "morir de sed, teniendo tanta agua".

-Es inaceptable ver el declive no sólo social y económico al que nos han condenado las administraciones neoliberales, sino también de lo poco que trajo la revolución institucionalizada: un buen barómetro para medir la posición internacional de México de hoy está en comparar que en la década de los sesentas éramos, aparte de Cuba, dentro del conjunto de naciones hispanoamericanas, los más progresistas; ahora, junto con Colombia somos los más retrógrados (y rezagados de la llamada recuperación que se está presentando, luego de la recesión económica, en Chile, Brasil, Argentina, etc.).

-Es inaceptable el manejo de nuestras decisiones colectivas, no sólo por la situación presente, sino porque de aquí en adelante no demostramos madurez de objetivos ni inteligencia política. El desastre de hoy era previsible durante el momento clave de las elecciones federales del 2006, ya que dejamos que de los dos principales candidatos contendientes, en aquel entonces, el derechista y el rebelde, en lugar de permitir que el rebelde se tuviera que portar educado y manejara una imagen institucionalizada (remember Fox) para que el derechista se volviera crítico del régimen (que hubiera sido hasta de ayuda), dejamos que se nos impusiera en la silla presidencial al derechista que se volvió reaccionario y al rebelde se le orilló a volverse radical. Y con semejante elección, como lo hemos podido constatar, los dos se echaron a perder.

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