
Bajo esta tónica, aunque no hubiera un sentido de pundonor
precisamente de por medio, se impone el tema más relevante del día y no resulta
fácil explicar la debacle del representativo de México en Santa Clara, esa
forma en que los futbolistas chilenos cascarearon a los nacionales. Piénsese en
algo así como una fatídica conjunción astral en la que si se contara con un
capital para invertir en un circo, luego de comprarlo le crecen los enanos. Ni
siquiera concuerda con el ámbito vigente del futbol mundial, pues lo mismo en
la Eurocopa (ya lo hemos comentado) como en esta copa centenaria, los
resultados son sumamente apretados: tan es así ayer Colombia tuvo que dirimir
su derecho a acceder a las semifinales ir por medio de tiros de castigo desde los
once pasos y hoy en esa misma distancia CR7 dejó ir su pase a la historia
vistiendo la casaca lusitana, ambos encuentros rubricados con un 0 a 0 en el
tiempo regular. Dicho contexto, y lo histórico de esta llenada de cuero, es lo
que acentúa la índole humillante de semejante actuación (hasta parece una
maldición divina y por andar mentándolas en el anterior escrito las siete
plagas bíblicas nos cayeron encima en forma de anotaciones, en un estadio con
nombre judío, para acabarla de amolar).
No obstante lo único más o menos coherente sería pensar
que a partir de un sistema de juego sostenido con alfileres se juntó una tensión
que al desbordarse mostró una diferencia de 7 goles que debieron entrar en la
portería mexicana. Lo demás es inefable: ¿cómo es que los rebotes le caían a
los rivales?, ¿cómo es posible que ni por error cayera una sola anotación de
los "nuestros"?, ¿cómo asimilar que todo un equipo perdiera de un
modo así de abrupto las nociones básicas de este deporte: cómo marcar (los
chilenos tejieron un concierto de pases similar al baile del que hablábamos
antes por parte de españoles y belgas), cómo hacer los recorridos, cómo apretar
al rival (es increíble cómo se dejó a los delanteros andinos recibir
cómodamente balones dentro del área mexicana para repartir a diestra y
siniestra servicios de gol), cómo se achican los espacios (y no su mentalidad)?,
¿cómo entender que con 8 jugadores mexicanos en Europa ninguno siquiera a nivel
individual mostrara el talento, o la enjundia o el carácter para evitar el
naufragio?
Sin embargo, a pesar de lo entendible de la rabia
desatada, pedir la cabeza de Osorio es reaccionar con la ídem demasiado caliente: tan engañosa es la losa del 7 a 0 de hoy
como la marca de los 22 (el número del día) juegos consecutivos sin derrota.
Era en realidad un gigante con los pies de barro al que hoy le echaron su
regadita de tobillos, un montaje de un ilusionista que de nuevo nos vendió
espejitos a cambio de oro (¿no pasó lo mismo con Sven Göran Ericsson?). La
misión que se impone ahora es la de búsqueda del santo grial del término medio
algo que, quizás como enseñanza principal, se colige que podría ser la
razón clave para prescindir del actual entrenador (hemos visto ya cómo conduce a este equipo hacia los extremos), pero una decisión en todo
caso meditada, resuelta en función de un plan de trabajo bien estructurado.
Pero es pedir demasiado y ya puedo adivinar una reacción visceral por parte de
la Federación Mexicana de Fútbol.
Y bueno, tampoco se puede ser tan contenido, porque a
diferencia de los que estuvieron en la cancha de los 49's, uno no tiene atole
en la venas. Quien siembra vientos, cosechará tormentas, así que aquí va mi...