domingo, 12 de junio de 2016

DEL PIE A LA LETRA 2. DEL BUEN SALVAJE AL MAL CIVILIZADO



La imagen que ilustra esta entrada es más que elocuente: algo está fallando cuando en esta disputa a patadas el balón está ausente.


Si el futbol es el pretexto ideal para hablar de cualquier otra cosa, ya que la Euro se está disputando en Francia acudamos ahora a Jean Jacques Rousseau (quien en realidad era suizo) para tratar de asimilar el asalto a la marsellesa que hooligans ingleses y ultras rusos escenificaron antes del juego disputado por sus dos representativos nacionales. Acto de barbarie superior a la de poner a competir a Shakespeare con Dostoievski, es necesario preguntarse si es una reincidencia de una problemática que se creía ya erradicada de la Liga Premier. Ni siquiera hace un año entre aficionados de Chile y Argentina (países que arrastran a nivel político y militar varios agravios históricos) en la final de la Copa América se vio un deplorable espectáculo de esta naturaleza. La tesis de Rousseau parecería cobrar vida porque el buen salvaje americano no ha dado la nota en el mismo tenor que la Euro 2016, si bien hay que tener cuidado con afirmaciones tales, porque ninguna Liga de fútbol local en Sudamérica o en México está libre de emular la acción de los hooligans.


Decía que lo ocurrido en Marsella da razón a la tesis de que por muy refinada y culta que sea una sociedad, es capaz de las mayores atrocidades. En cuanto a este planteamiento de Rousseau es seguido de cerca por el padre del psicoanálisis con su Malestar en la cultura y, mutatis mutandis, lo secunda el padre de la fenomenología analítica del alma pampera, Ernesto Sábato, cuando afirma que la sociedad más culta de su momento fue capaz de construir campos de concentración. Su misma tendencia ilustrada, como lo documenta un poema de Borges, llevó al mal civilizado hombre europeo a la extinción de los lobos en este continente:
Es el último lobo de Inglaterra.
Odín y Thor lo saben. En su alta
casa de piedra un rey ha decidido
acabar con los lobos. Ya forjado
ha sido el fuerte hierro de tu muerte.
Y de eso se trata precisamente: qué casualidad que, en términos del uruguayo José Enrique Rodó, en esta disputa entre Ariel y Calibán los hooligans se contengan en su país y desaten su furia fuera de él. Que el predio que se incendie sea el del vecino. La norma de la globalización a ultranza (genuino continuador del colonialismo) es que tanto la violencia como la miseria sean productos de exportación. Sin embargo en este homo homini lupus las cosas como bumerang se regresan y la migración globalizada vigente en nuestros días (o el tiroteo de hoy mismo en Orlando Florida) son sólo muestras del precio a pagar al querer habitar en una aséptica burbuja echando todo el desperdicio fuera de casa.
 
En fin, ya que de escritores hablamos, en este sábado de competencia vimos al país del suizo Blaise Cendrars imponerse a la Albania de Ismail Kadaré, al de las barras y las estrellas de William Faulkner al Paraguay de Roa Bastos y, en términos de música folklórica, a la Costa Rica de Chavela Vargas vencer a la Colombia de Rafael Escalona, todos con resultado de una mínima diferencia. Lo que lo no resultará mínima diferencia es conocer esta noche entre los dos calificados en la Copa centenaria, gringos y cafetaleros, quién se enfrentará a Brasil.

Apostilla del anterior posteo: y puesto que la selección amazónica es el tema de despedida, no han pasado por alto las implicaciones de la fórmula establecida en mi anterior comentario y alguien ha dicho que la trascendencia de Maradona es superior porque él en México 86 conjuntó el talento de Pelé y el carácter de Carlos Alberto en México 70. Por algo se dice que cuando veas las barbas de tu vecino cortar...

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