(Como humilde homenaje al Nóbel mexicano, reciclo ahora un poema escrito hace 16 años tras su desaparición física...)
El día abre la mano
Tres
nubes
Y
estas pocas palabras.
Miro las gotas,
del tiempo
huellas,
que en el piso
brillan igual que en el aire
cuando van
cayendo.
Aquí todo es
contacto entre sombras,
abismo que se traspone
con el puente
tendido entre un
poema y otro.
A veces la palabra
toma un contorno
de luz húmeda que
fuese originada
por el vapor que
despierta del suelo.
Hablo de un país
que al igual que la poesía
es un depósito de
dos realidades
que se confunden
con sus nombres comunes.
Hablo de una
lluvia con sol sobre la tarde,
máscara para unir
piedra y mano,
pájaro de azogue y
semilla para un himno.
Línea donde la luz
pervive más allá de sí misma,
una lluvia con sol
no es una cosa ni otra:
es ambas,
la ley de la
metáfora signa su destino.