sábado, 10 de julio de 2010

Sudáfrica 2010: ajuste de cuentas


Mañana a estas horas una nación antaño (¿antaño?) colonialista estará viendo a su representativo nacional coronarse, futbolísticamente hablando, por encima del orbe. Pero si se mira desde un punto de vista estrictamente deportivo, la verdad es que Holanda tiene una cita pendiente con la historia desde los años setenta (aunque como en el caso de Francia en 1998 –con respecto del equipo que causó sensación en España 82, quizás el último Mundial digno de ser recordado--, habrá que apuntar que no estarían obteniendo el campeonato con su generación más brillante, como lo fue la de Alemania 74, sino con una más bien efectiva), y en el caso de España, luego de tener por años la liga más competitiva del mundo y en sus clubes principales, Barcelona y Real Madrid, los equipos con mayor presencia en la Liga de Campeones de Europa, hace falta convertir esa calidad de juego dentro de la Copa del Mundo, y Sudáfrica vino a representar la ocasión ideal para ello. Pero la historia de este tipo de competencias también se manifestó en varios momentos que quizás convendría repasar a continuación.


1. Inauguraciones. En el caso de la selección mexicana se habló mucho que se tenía una generación de oro, aunque los resultados indican otra cosa, pues se quedaron lejos, y por mucho, de lo realizado en Chile 62 o en la Copa América 93. Pero en cuanto al grupo que le tocó, pareció vivir un deja vú (si bien le faltó un entrenador de la altura de Nacho Trelles) a lo sucedido en Inglaterra 66, pues se la tuvo que rifar (es un decir, claro) ante Francia, Uruguay y al anfitrión. Y como en Uruguay 30, Brasil 50, Suecia 58 y México 70, le tocó inaugurar dichos campeonatos.


2. El ciclo se cierra. Y ya que de Uruguay 30 hablamos el único saldo positivo para los ratones verdes, es que cerraron el ciclo abierto en el partido inaugural de aquel campeonato, pues México fue el primer país en ser derrotado en este tipo de competencias, precisamente por el único representativo al que le ganaron en Sudáfrica, esto es, Francia. El primer gol además, lo recibió el guardameta Óscar Bonfiglio, y el ciclo se cerró cuando además del gol 50 para la escuadra nacional, justamente ante Francia, el Chicharito Hernández anotó el número 2100 de las Copas del Mundo.


3. Más ajustes de cuentas. Si en el mencionado torneo de Inglaterra 66 se presentó el gol fantasma de Hurts que definió el rumbo de la final pues hasta ese momento el partido por el trofeo jules Rimet estaba empatado, ahora tuvimos el de Lampard que no se marcó y que hubiera significado el empate frente a los alemanes. Sin embargo, en honor a la verdad habría que decir que la venganza germana se dio en México 70, cuando en el encuentro de cuartos de final Alemania derrotó 3 a 2 a Inglaterra. Pero ya que andamos vengativos, habría que decir que la venganza inglesa de la venganza alemana serían los pronósticos del pulpo Paul, (de origen británico, hospedado en un acuario germano) que desde hace dos años cada que Alemania juega contra España, pierde.


4. Más gazapos arbitrales. Argentina siempre se había quejado de los arbitrajes. En Inglaterra 66 sufrió (se dice que injustamente) la expulsión de su estrella Ratin en su juego contra la escuadra local, lo que cambió el rumbo del partido de cuartos de final, bajo la consigna de que Europa era para los europeos, pues en el cotejo respectivo se recordará cómo los portugueses cosieron a patadas a Pelé, quien salió lesionado de ese encuentro y su equipo, por supuesto, eliminado. Luego vino el controvertido penal de la final de Italia 90 ante Alemania, sancionado por el árbitro mexicano uruguayo, Edgardo Codesal. Será por eso que la venganza cayó sobre los mexicanos por el gol ilegítimo del partido de octavos de final de este Mundial. Lo cierto es que después de eso Maradona no pudo decir que su representativo estaba siendo perseguido por la FIFA.


4. Todo sigue igual. Otras concidencias en este torneo fueron que como en Brasil 50, Estados Unidos se enfrentó a Inglaterra y que, entonces como ahora, a los británicos les resultó imposible derrotar al representativo del país que en algún momento fue su colonia (conocido ya el resultado del partido por el tercer lugar, habrá que decir que como hace cuarenta años, Alemania derrotó a Uruguay por diferencia de un gol en un encuentro que, a decir verdad, debió ganar el equipo charrúa).


5. El que a hierro mata. Otra sorpresa mayúscula ocurrió en Inglaterra 66, cuando la escuadra debutante de Corea del Norte le ganó (y eliminó de la siguiente fase) a Italia (cosa que no ocurría desde Alemania 74). Esta vez, como castigo a semejante oprobio, Portugal le propinó la salvaje goleada de 7 a 0 (marcador que no se veía desde Alemania 74, cuando Polonia se la aplicó a Haití), lo que no fue obstáculo para que Italia quedara de nuevo eliminada, ahora por otro equipo debutante, el representativo nacional de Eslovaquia.


6. Emociones versus futbol. Hay quien dice que el mejor partido de Sudáfrica fue el Uruguay Ghana. El más emocionante tal vez sí, pero creo que en ese sentido ciertos instantes del Uruguay Holanda o del Uruguay Alemania se le aproximan. Difiero pues, de dicho parecer, pues creo que el primer tiempo de Alemania Inglaterra, además de emotivo, resultó interesante, trepidante y bien jugado. Y ya. Pienso que es lamentable el nivel al que ha descendido este tipo de competencia, pues si comparamos, habría que imaginar a estos partidos como películas. Una buena película se ve una y otra vez y luego una más, pero, sobre todo después que ya se ha conocido el resultado (pues desde hace años importa más el qué que el cómo), ¿usted volvería a ver el Brasil Portugal o el Alemania Ghana de este Mundial a menos que estuviera estudiando para entrenador o fuera director deportivo de algún club?


7. La afición. De tiempo atrás el verdadero atractivo de las Copas del Mundo lo constituyen los aficionados. No sólo en el caso de México, que tenemos una afición cuyo nivel es verdaderamente superior ala de s u representativo, sino en general en el resto de los equipos en competencia. Más que en as canchas el talento y el ingenio está en las gradas y ahora también en el auditorio enlazado vía satélite. Así por ejemplo, este Mundial será recordado, además de por la hospitalidad africana, por la hincha (por estar hinchada en varias partes de su cuerpecito) paraguaya Larissa Riquelme o por las predicciones del pulpo Paul que pasó a figurar con honores en el escudo nacional de la bandera española...


lunes, 5 de julio de 2010

El FIFA gate o de cómo México sigue en competencia


1. De cabeza. El balón siguió rodando y las conclusiones de lo visto en este mundial están muy lejos de ser halagüeñas (con todo y FIFA gate de pilón). Me pregunto por qué nos hemos conformado con tan poco, por qué aceptamos que Brasil juegue como si fuera un combinado europeo, que en la selección de Argentina jugadores multimillonarios no tengan amor a la camiseta, que Alemania y España repitan en la cumbre del futbol europeo como si en estos dos años desde la Eurocopa no hubiera pasado nada de por medio y que ahora sean los alemanes quienes basen su éxito futbolístico en el talento y los españoles en su esfuerzo físico, quién lo dijera. Por muy paradójico que parezca, el balón está de cabeza.


2. La garra. Quizás, de todo lo perdido, haya que entresacar lo ganado. Más allá de que España, Paraguay y Ghana hayan llegado a una zona inédita de este torneo mundial, lo cierto es que tuvieron que pagar el derecho de piso y desde la marca de los nueve pasos para el máximo tiro de castigo se comportaron como cualquier mexicano en tales circunstancias (incluido algunos naturalizados especialistas en fallar penalties, como Vicente Matías Vuoso), lo que quizás nos impida ser tan duros de ahora en adelante con los jugadores que porten la camiseta verde. Pero bueno, el punto era congratularse de que la garra charrúa, que parecía irremediablemente perdida de estas instancias, esté de regreso y que algo parecido suceda con Holanda, un futbol que empezó a cobrar relevancia precisamente cuando los uruguayos comenzaron a perderla. Quisiera recordar a través de la playera celeste aquellos tiempos anteriores al catenaccio italiano y al dinamismo del futbol total. Los momios dan como favoritos a los holandeses pero, si a rancio abolengo nos atenemos, lo cierto es que el prestigio uruguayo es mayor. Hace 60 años en el Maracaná quedó patentizado que más allá del inefable toque carioca, jugar con los destos bien puestos también reditúa.


3. Las barbas del vecino. El ridículo mayor tal vez lo hayan protagonizado los árbitros y los dirigentes de FIFA ante los lamentables gazapos (per)judiciales que tuvimos que presenciar casi con apena ajena. Desde luego aquí el problema polariza posiciones: por un lado estaría la necesidad de tecnologizar el balompié para semejarlo al modo de competencia gringo (no olvidar que varios cotejos como el de los mismos Estados Unidos o el Uruguay-Ghana parecían final de la NBA o de las Grandes Ligas, con jonrón en la última entrada después de dos outs, tres bolas y dos strikes), y por el otro los tradicionalistas que abogarán porque las reglas se mantengan incólumes y que con una disculpa (como en efecto la dio Blatter) quede saldado el lamentable daño colateral, el asalto en despoblado que fueron los octavos de final para México e Inglaterra. Pero que a nadie se le olvide que esto podría repetirse (yo mismo me empeñé en apuntar con dedo flamígero la injusticia producida en su momento) luego de la fraudulenta calificación a Sudáfrica de la escuadra francesa sobre la de Irlanda, pues al no respaldar la reclamación de este país ante una fechoría manifiesta, había que, como dice el refrán, poner a remojar las barbas propias. Como en su momento, meses antes de que empezara esta contienda, no se sentó un precedente para remediar un hecho a todas luces inequitativo, ¿con qué cara mexicanos e ingleses podían pensar que el juez central de sus respectivos partidos cambiaría una decisión si la que afectó a los irlandeses se pasó por el arco del triunfo parisino?


4. El futbol mexicano. Aunque el combinado de la esperanza siempre verde ya está de regreso en tierras mexicanas, luego de las pifias arbitrales arriba señaladas habrá que asentar que el futbol mexicano no ha dejado de estar presente en Sudáfrica. Los penales fallados tienen un tufo a algo ya visto en el torneo local e incluso la manera de cobrarlos por parte de Sebastián el “Loco” Abreu haría pensar que ese partido se transmitía desde el Estadio Tres de Marzo de Zapopan (si el portero ghanés hubiera tenido acceso a las grabaciones de partidos donde jugó Abreu otro gallo le hubiera cantado debajo de los tres palos). Penalties que no son, goles fantasmas que nunca entran y otros que se inventan, además de un sinfín de tantos marcados en fuera de lugar pueblan la historia del futbol mexicano. Hasta pareciera que Suárez, el delantero charrúa cuya jugada de voleibol catapultó a su selección a las semifinales, repitió un recurso al que en un clásico América versus Guadalajara en el Estadio Azteca, con arbitraje de don Gilberto Alcalá (hoy comentarista de TVC Deportes) recurrió Héctor Reinoso para impedir la anotación de Luis Hernández. Creo que no hace falta recordar que a la postre el resultado favoreció a la causa del jugador que cometió la infracción. Así es este juego y para rubricarlo no hay que olvidar que Marco Antonio Rodríguez y Armando Archundia todavía están en competencia y, a como han estado las cosas en el actual territorio mundialista, no hay que descartar la posibilidad de que aún puedan (como hace veinte años lo hizo Edgardo Codesal en Italia 90) darle el toque mexicano al partido final del torneo...