domingo, 11 de septiembre de 2022

LONDON BRIGDE'S IS FALLING DOWN


 Septiembre "poniendo en orden los asuntos" del otoño de la civilización occidental. En octubre próximo se cumplen los 100 años de la aparición en "The Criterion" del poema de Eliot (feat. Pound) "The Waste Land", punto clave de la poesía moderna no cuestionando, sino emitiendo el acta fúnebre de la modernidad. En su parte final reproduce (característica posmoderna), regurgita, canibaliza ("tupí or not tupí", diría en su Manifiesto Antropófago Oswald de Andrade, dentro la
Semana de Arte Moderna en São Paulo, también hace 100: ¿coincidencia?, no lo creo) lo mismo sus fuentes artúricas ("Ritual to romance" de Jessie Weston), el canto XXVI del Purgatorio de Dante, el celebérrimo personaje de "El desdichado" de Nerval y fragmentos de los Upanishad, pero antes que todo eso la popular canción "London Bridge's falling down". Hace 3 días en efecto el puente colapsó, pero yo me quedo con la reproducción, regurgitación, canibalización de esa melodía (la música es el circuito más proteico para recrear influencias: es posmoderna pues, por naturaleza), primero dentro del mismo pop británico de los sesentas con "My whole world Is falling down" (1964) de Brenda Lee (https://youtu.be/0VEyjuAx4jQ), luego en francés (también en 1964) Sylvie Vartan la transforma en "Si je chante" (https://youtu.be/c7ybpJ1AJQI) y por último Pily (hermana de Mayté) Gaos y los Matemáticos (https://youtu.be/Hi2wUA2oIo4) nos la españolizaron en un "Aburrida y sola estoy" (1965) y cuyo mensaje en teléfono descompuesto me dice ahora, homenajeando de paso el poema de Eliot (sí, el personaje de la foto que se parece a Mr. Bean) que, en efecto, es un canto al hastío, a la vacuidad de la condición humana que creyó que su verdad basada en la preeminencia exclusiva del método racional lo volvería libre y pleno, "aburrido y solo estoy, solo estoy, solo estoy, pues la reina ya se ha muerto"...




sábado, 23 de julio de 2022

UNA NOCHE DE BEIS ⚾⚾⚾

 https://youtu.be/3Bs4UTmtnYM


Si alguien desdeña la belleza y espectacularidad del béisbol definitivamente no sabe de lo que habla. El juego de anoche es una prueba. Los enfrentamientos de Dodgers ante los Gigantes nunca han sido fáciles y el vídeo muestra la parte decisiva a partir de la Fatídica séptima entrada: los Dodgers iban enfilados a una blanqueada 5 a 0, pero primero un vuelacercas de Evan Longoria y luego un palo a lo Vivaldi (de 4 estaciones pues), un grand slam de Darín Ruf (casa llena originada por bases por los lanzamientos descontrolados de Vesia), el primero en toda su carrera, atravesando todo el jardín central de Dodgers Stadium, dejó la cosa color de hormiga. Luego en la octava entrada el cuadro de la bahía se puso al frente merced a una carrera de caballito (siendo culpable ahora la serpentina de Phillips) como dicen los clásicos.


Desde los años cuarenta del siglo pasado, cuando aún jugaban en Brooklyn, los Dodgers no perdían una ventaja de 5 carreras y ahora sí que hubiera sido una calamidad (y más aún a la vista de Billie Elish declarada fanática de la novena angelina) acabar tendido en el terreno de su localía. Pero he aquí que en el cierre de la octava tirilla, con el sello de la casa, es decir, con dos outs en la pizarra, Tracey Thompson lleva a Gavin Lux a la registradora gracias a un triple que aterrizó en la barda del jardín central con lo que de nuevo teníamos un empate en el marcador.


El escenario estaba listo entonces para que hiciera su aparición el héroe de la noche, Mookie Betts, quien con dos hombres en las almohadillas depositó a doña Blanca del otro lado de la barda con un indiscutible limpiabases, trazando su parábola victoriosa hasta el más allá del jardín izquierdo. Pero la hazaña de Betts no paró ahí: ya en la novena, con los Gigantes al bat e igual luego de dos outs, Joc Pederson, quien fuera uno de los principales verdugos vistiendo la franela de Atlanta en el juego de campeonato del año pasado, pegó un sablazo por todo el jardín derecho, mínimo un doble cantado si no fuera porque ese terreno lo cubre San Mookie, quien con un lance acrobático selló al filo de la butaca este marcador de 9 a 6. Simplemente memorable.