jueves, 17 de abril de 2014

Soneto dedicado a Fermina Daza...


(Ustedes disculpen que recicle una entrada de hace 2 años: el suceso del momento lo ameritaba)


…vio a dos palmos de sus ojos los otros ojos glaciales, el rostro lívido, los labios petrificados de miedo, tal como los había visto en el tumulto de la misa de gallo la primera vez que él estuvo tan cerca de ella, pero a diferencia de entonces no sintió la conmoción del amor sino el abismo del desencanto. En un instante se le reveló completa la magnitud de su propio engaño y se preguntó aterrada cómo había podido incubar durante tanto tiempo y con tanta sevicia semejante quimera del corazón.
—El amor en los tiempos del cólera, cap. ii— Gabo

Todo mi anhelo era ir a ti pegado
como un lunar por detrás de la oreja,

o en la insularidad de tu mirada,
hecha para anular esta obra negra
de hojas caídas a destiempo, parte
de esas cosas que brillan por su ausencia:

sol cuyo ojo invernal nos hace un guiño
y es doblemente hermoso en la certeza
de que ya nunca se verá así porque
(¿por qué no hay un telégrafo o antena

que capte lo que el corazón ha dicho)
al despedirse, los amantes cuenta
se dan que no era cristal sino espejo
lo que de uno la faz de otro refleja…

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