
Echo un vistazo a la jornada de ayer y hoy y entonces la tesis
empieza a flaquear: si algo tienen las justas deportivas, en particular el
fútbol, es su dosis de subversión e impredecibilidad, cuyo encanto, en caso de que no se pierda
por el amaño de partidos, le da un cierto aire de emancipación a ese destino
dictado allende las fronteras, convirtiendo este torneo en una auténtica corte
de los milagros (finalmente habrá que parar mientes en que se está disputando en Francia, ¿no?). A excepción
de Albania que eventualmente, de nuevo ya al cuarto para las doce terminó
capitulando ante los embates galos anfitriones al son de 2 a cero, presenciamos en cambio cómo
Hungría dictó cátedra de una administración y buen trato del balón y de los
tiempos (tiempo: curioso que este partido evocara al desaparecido imperio al
que en cierto modo terminó aludiendo, si consideramos que la parte administrativa
le venía de lo Habsburgo, pero la creativa era de legítima procedencia magyar.
Otro tanto aconteció con Eslovaquia, que pudo apuntarse su primera victoria en
este tipo de competencias ante la inoperancia de los rusos que en cada juego
parecen depender más de un “ave maría”, pues de último minuto querían repetir
la hazaña hecha ante Inglaterra: era patético ver al entrenador Pavel Sadyrin casi
rezando en vez de ponerse a planear la posible estrategia que le diera el empate.
Por último, en su cristianodependencia (no dudo que es la última vez que veamos
a CR7 en una Eurocopa), en igual grado de inoperancia figuró Portugal,
prácticamente atada de manos y de pies para evitar ser alcanzados en el
tanteador por la selección de los iglús, una Islandia de la cual, si no fuera
por esta exposición universal, no tendríamos mayor noticia que la difundida a
través de su rutilante estrella musical, la inefable Björk.
En tierras americanas mientras tanto, la leyenda consumatum est definió sin mayores
sorpresas a los calificados, pues junto con el grupo de EUA y Colombia, en el
de Argentina y Chile pasaron a la siguiente ronda los equipos colocados dentro
de la quiniela en dicha instancia. De este modo los encuentros verificados
entre Uruguay y Jamaica (3 a 0), Argentina y Bolivia (por igual tanteador), no repercutieron más allá del terreno de lo anécdotico más intrascendentes que un
partido de preparación incluso (a excepción del Chile versus Panamá, en el que ambas
escuadras se peleaban el boleto a la siguiente fase pero que, como decía, no
produjo mayores sobresaltos, y es más, permitió a los andinos perfeccionar su
arsenal para enfrentar a México). Podría decirse que se operó en ellos la
metamorfosis que Julio Cortázar le adjudicaba a un periódico ya leído:
- Un señor toma el tranvía después de comprar el diario y ponérselo bajo el brazo. Media hora más tarde desciende con el mismo diario bajo el mismo brazo. Pero ya no es el mismo diario, ahora es un montón de hojas impresas que el señor abandona en un banco de plaza. Apenas queda solo en el banco, el montón de hojas impresas se convierte otra vez en un diario, hasta que un muchacho lo ve, lo lee y lo deja convertido en un montón de hojas impresas ("El diario a diario").
Apostilla: por otro lado, cavilo que mi argumentación inicial podría respaldarse al ver la vestimenta vintage
de Gabor Kiraly, el portero húngaro quien además de imponer el récord de ser el
jugador más longevo en disputar una Eurocopa, hace suponer que su longevidad es todavía
mayor y con toda probabilidad se trata de un viajero en el tiempo, auténtico tránsfuga de la exposición universal de
París en 1900...
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