
El
rey ha muerto: y ya que de política y futbol hablamos, al
igual que si se reprodujera la guerra de Sucesión Española, la corona que
pertenecía a la familia hispana ha quedado vacante. Como en aquella guerra que
en efecto fue el inicio de su franco declive, parece que el hado apunta
hacia los franceses para agenciarse el título, aunque me temo que por la
calidad de juego exhibida hoy por los italianos casi podría firmar, sin que me tiemble
la mano, que en duelo de estos con los alemanes va a salir el próximo monarca
europeo y entonces podremos decir: "viva el rey". Mientras tanto del
rey depuesto sólo podemos confirmar lo que ya antes habíamos anotado y que a
estas alturas sólo parece una obviedad: se encuentra en franco proceso de
transición y la generación de recambio tiene el reto de sostener el prestigio
de la furia roja. La selección española, incluso en sus momentos críticos, siempre
mantuvo un alto nivel competitivo dentro de su continente y, por principio de
cuentas, es conservar eso lo que se le está pidiendo. Por último, respecto a
Italia, ya habrá tiempo de analizarla con más cuidado: de momento sólo diré que
ha sido una grata revelación contemplar cómo Antonio Conte supo continuar
sabiamente la trayectoria trazada por Cesare Prandelli, haciendo de su futbol
algo más que una férrea defensa que se despliega con suma eficacia en el
contragolpe.
Messi
versus Guardiola. En el juego de octavos de final que acabo
de comentar, se enfrentaron las dos escuadras que habían protagonizado la
última final de la Eurocopa. En la Copa América del Centenario, dentro de la
etapa de grupos presenciamos el duelo entre los protagonistas de la final
anterior de dicho certamen, sólo que en modo distinto a lo sucedido en el Viejo
Continente, acá en el Nuevo Chile le repitió la misma receta y la misma medicina
a Argentina. De manera ineludible al actual 10 del combinado gaucho se le ha
hecho el principal responsable de este nuevo fracaso. No sé si este análisis
pudiera matizar esa valoración, pero sí creo que es mi deber apuntar que, a
diferencia de las finales anteriores, Messi como que no sabía qué era lo que
estaba jugando, y ayer (o mejor dicho, durante la Copa América de este año) sí se
le veía que tenía noción de ello, sólo que no supo cómo jugarlo (las fotografías
en que aparece con el rostro desencajado así lo demuestran). En el video que lo
califica como un perro (cf.: https://www.youtube.com/watch?v=XAzgiSSQVxA),
una de las conclusiones que se obtienen de él es que sí, es como un sabueso que
no distingue entre un hueso, un palo o una pelota. Por su peculiar estado
psicoanímico (no sé muy bien en qué términos plantear el grado de autismo del
que adolece), Messi se siente mejor persiguiendo la portería rival diríamos,
por defaul, o porque sí, porque para eso vive, para eso está hecho. Toda la
presión recibida en esta copa centenaria lo desconcentró, hizo corto circuito
en él y no supo cómo manejar una situación límite, un momento decisivo. Encuentro
un común denominador entre la final de Brasil 2014 y las de la Copa América:
tanto Alemania como Chile basaron su estructura en el juego de conjunto que
limitó la libertad del 10 argentino. Algo así como si uno se preguntara: ¿qué
pasaría si Messi se enfrenta a sus compañeros del Barcelona? Pues bueno, creo que
el resultado sería algo parecido a lo que presenciamos en las referidas finales.
El tikitaka difundido por Guardiola ha inoculado el juego de su principal
intérprete. Eso quizás quedó signado por la mano del destino el día en que, siendo todavía un futbolista
de categoría juvenil, ante la disyuntiva que se le presentaba de elegir vestir
la albiceleste o la playera de la furia roja, optó por la primera (qué ironía
que con unas cuantas horas de diferencia, ambas selecciones quedaron de
combate). Ojalá recuerde ese día para que le ayude reconsiderar su decisión de
retirarse de la selección.
Apostilla: ¿Y
Chile? Bueno, pues al teñir de rojo esta copa por segunda vez consecutiva,
tiene por delante un futuro que construir. Por el momento habrá que reconocer
que el partido de ayer será recordado más por ser el de la despedida de Messi
que por el del bicampeonato andino. Sin embargo no quiero soslayar el mérito
que hay detrás de semejante logro, no sólo porque se repusieron de una
expulsión que, de tan rigorista, diría que hasta injusta fue, sino que además
de actitud mostró carácter (caray, el futbol se basa en talento, pero cuánto
ayuda el carácter: ¿qué no fue eso lo que Antonio Conte le inculcó hoy a la squadra azzurra?). Pienso, o mejor dicho
estoy convencido, que el mapa futbolístico de Sudamérica tiene que replantearse
y si a Chile, aun en su carácter de campeón defensor, se le colocó fuera de las
cabezas de serie para armar los grupos de la copa centenaria (los cuales quedaron
conformados con Argentina, Brasil, Uruguay y Estados Unidos a la cabeza), esto
tiene que cambiar de aquí en adelante. Se lo ha ganado a pulso.
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