lunes, 7 de diciembre de 2009

Los centenarios y poesía nacional: la vendetta...


Luego del viaje a la tierra de Neruda la tónica (que corresponde ineludiblemente a la de los momentos actuales) ha sido (mal de mi grado) la del desastre y la denuncia. Soy el primero en lamentarlo pero no encuentro asidero en el cual depositar ni la ilusión ni la confianza, aunque habría que recordar asimismo que es justamente en los tiempos aciagos en que se debe echar mano de la inventiva. Sin embargo es ineludible regresar a esta sensación de desencanto cuando el tópico a tratar, para iniciar esta serie sobre los festejos centenarios, es sobre el estado actual que guarda la poesía en nuestro país.

Si existe un término apropiado para definirla diría que ése es la aridez. El meollo del asunto es que categóricamente afirmo que no vale la pena leer lo que actualmente se escribe en lo que a poesía se refiere: allá se las vean nuestras ilustres plumas si encuentran alguna razón para seguir escribiendo a sabiendas de que no serán leídos. A este respecto me he adherido a la actitud de Marco Antonio Campos quien, a pesar de ser uno de los más entusiastas editores de poesía, lo primero que hace al recibir nuevas publicaciones poéticas (inclusive de autores supuestamente "consagrados") es regalarlos a alguien más, o dejarlos en la entrada del Centro de Estudios Literarios para ver quién es el iluso (como yo lo fui durante mucho tiempo) que carga con ellos. Salvo lo que el mismo MAC, Francisco Hernández, Coral Bracho (quien hace mucho que ya no publica), Hernán Lavín Cerda, José Eugenio Sánchez y Félix Suárez sacan a la luz, difícilmente habrá otro autor por quien valga la pena molestarse en seguir el curso de sus renglones cortos, mucho menos aún pensar en comprar libros que según esto, contengan poesía.

A este catastrófico panorama hay que agregarle las recientes diatribas líricas y las triquiñuelas aplicadas para veredictos en concursos de poesía y el bonito cuadro se completa: Círculo de poesía publicando poemas (con fotografía incluida) homófobos, Letras Libres (a quien le hago un inmerecido favor al usar su portada no oficial del número de octubre) colocando entre sus páginas un poema dizque satírico mal ritmado y peor medido (sin mencionar el mal gusto de la tesis de Krauze de valorar la obra de García Márquez a la luz de su relación personal con Fidel Castro), las airadas respuestas de Heriberto Yépez (cuyo dedo flamígero no atinó sino a caer en el terreno del azote: "hoy se ataca el amor entre varones; mañana entre mujeres y luego el amor en general") y la patética contrarréplica de Alí Calderón, personajes ambos que tuvieron en el suplemento "Laberinto" (¿cuál más?) la palestra idónea para dirimir diferencias.

El desaliento inevitablemente se apodera del lector: yendo de la mano de una censura moral, ya que el poema aludido se publicó usando un seudónimo (Bulmaro Higuera), se critica que el autor (o autores) del libelo sea lo suficientemente "machito" para dar la cara, pero al mismo tiempo se le pide que dejen de lado su actitud homofóbica, y llegando a la igualmente contradictoria explicación de que parte de la polémica tras el otorgamiento a Claudia Posadas del Sabines 2009 es en realidad una vendetta por cierta exclusión de la antología El manantial latente que realizaron Ernesto Lumbreras y Hernán Bravo Varela, ¡hace doce años!, la conclusión no puede sino ser atónita. Eso sí, si el método no fue el más loable a la hora de ejecutar esta revancha, habría que reconocer al menos que la franciscana paciencia de los ejecutores sí lo fue.

Ópera bufa por donde quiera que se le vea, este asunto me hace recordar lo premonitorio y vigente de las novelas de Roberto Bolaño y Enrique Serna sobre las camarillas literarias en México, así como las palabras de un amigo poeta y editor, que me decía que para acceder al Aguascalientes de poesía era necesario primero colocar a los cuates en el puesto de jurado, y luego a ellos los premias cuando a ti te toque ser juez. Como lo han demostrado los hechos la efectividad de su razonamiento era impecable: lástima que hayan sido los miembros de otra mafia los que se hayan adelantado...

11 comentarios:

Drusila dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Eduardo Serrato dijo...

Maestro, si escribo tauragadas mil y siento bonito es poesía o nada más me estoy masturbando? Tengo amigos bien chaqueteros, serán poetas? Emiliano es poeta? De ahí que gane un premio pos ta cabrón. Le mando todo todo lo que siento...

Jesús Gómez Morán dijo...

Al menos Emiliano es más consistente en cuanto a la lógica de sus razonamientos: "mi tristeza me entristece" o "estoy borracho pero no lúcido" son impecables en su carácter de irrefutabilidad... El limitadito DSP que firma el poemita de Letras Libres, rubrica su "Divertimento" diciendo:

"Qué pacatos los poetas nacionales
con su lírica de salmos sinaloaenses
o su timbre de poblana asustadiza
o su tono menor, como afectado
por acordes del profundo diecinueve".

Luis Vicente de Aguinaga dijo...

Aclárame una cosa, Jesús: cuando yo tuve la mala fortuna y peor gusto de ganar el Aguascalientes, ¿quiénes fungieron como poderosos amigos, cómplices y compadres míos en ese año infausto de 2004? Formaron aquel jurado Víctor Sandoval, Myriam Moscona y Juan Domingo Argüelles. ¿Les dedico poemas o me los dedican ellos? ¿Nos vemos de vez en cuando? ¿Nos dirigimos mensajes de correo electrónico? ¿Tengo sus números de teléfono? ¿Les mando tarjetas de felicitaciones navideñas? ¿Los he premiado yo alguna vez en culpable retribución por el favor que me hicieron ilegalmente? Resumiendo: ¿somos amigos? Yo diría que no (si bien admito que no me ofendería serlo, porque tener amigos no me parece ningún delito). Pero no sé qué opines tú... En todo caso, te pido que no me vayas a repetir el sólido argumento del profesor Escalante: "Fulano y Mengano son amigos de Perengano porque yo lo supongo, lo intuyo y lo sospecho". Nunca está de más tantito rigor de pensamiento.

Por lo demás, y aprovechando el viaje, quiero señalar que sueles tropezarte con los números más elementales. 'El manantial latente' no es un libro de "hace doce años" sino de hace ocho (apareció en 2002). Y es erróneo sostener que Coral Bracho "hace mucho que ya no publica", pues tiene un libro de 2003 ('Ese espacio, ese jardín') y otro de 2007 ('Cuarto de hotel'). ¿Eso es "mucho"?

Dejo sin tocar otros temas. Con toda sinceridad, espero no irritarte. O, si te irrito, espero cuando menos irritarte con buenos motivos. Y te mando un saludo.

Jesús Gómez Morán dijo...

Luis Vicente, antes que enojo me da gusto que te tomes la molestia en leer mis exabruptos. Además tienen razón en las precisiones bibliográficas, pues de Coral Bracho (una pena que le perdiera de vista desde que salió de acá del Instituto de Investigaciones Filológicas) sabía en efecto que publicó "Ese espacio, ese jardín", pero del libro de 2007 no tuve noticia (no sé si achacarle a eso la falta de impacto con respecto al que tuvo con "Peces de piel fugaz" y "El ser que va a morir"). De "El manantial latente" (que es de 2002, no de 1998, como bien me lo señalaste) la corrección también procede, aunque no sé hasta donde desestima el argumento por el que lo cité.

En cuanto al aspecto medular de tu comentario tengo la sensación de que te estás curando en salud. Por definirla de un modo, creo que hiciste una lectura metonímica de mi crítica al estado de nuestra poesía, pues simplemente me limité a darle seguimiento a aquellos procesos de premiación de poesía (y no sólo hablando del Aguascalientes de Poesía) recientes tamizados por una controversia: si de cuando obtuviste el Aguascalientes en 2004 supiera o mejor aún tuviera alguna forma de probar que no hubo la limpieza que se espera en este tipo de certamen, créeme que no tendría empacho en comentarlo con pelos y señales. Por lo tanto estimo un tanto superfluo que defiendas tu caso, porque por otro lado, ni para bien ni para mal, los mecanismos de deliberación ni de otorgamiento de dichos premios son los mismos cada año en razón misma del cambio de jurados.

Por último, respecto a la anécdota verídica de lo que me dijo alguna vez un amigo y editor de poesía, no tendría tampoco ninguna limitante en revelar de quién se trata si no fuera porque, como fue un comentario de pasillo, necesitaría su autorización previa, ¿no crees?

Te envío también un cordial saludo

Luis Vicente de Aguinaga dijo...

Ni hablar, Jesús... Extraña respuesta la tuya (en caso de tratarse de una respuesta). ¿Quiere decir, tratándose del Aguascalientes, que no te refieres al caso de cuando yo gané porque no tienes pruebas en contra de nadie? Lo extraño, en efecto, es que no te parezca significativo decirlo así, con toda sencillez: "En ciertos casos concretos no cabe hablar de mafias ni de corruptelas porque sencillamente no hay indicios que lo hagan verosímil". Y todos tan tranquilos. Pero no: parece que lo más inteligente siempre acaba siendo sospechar. Y cuando no se puede sospechar, callarse para no tener que admitir que no hay motivo de sospecha. Conducta retorcida donde las haya.

En todo caso, yo no aspiro a curarme ni en salud ni en enfermedad, simplemente porque no me siento enfermo ni amenazado por la menor de las bacterias. Me referí a mi caso por honestidad: qué sentido moral tendría referirme a los ejemplos de Jorge Fernández Granados o Baudelio Camarillo si al hacerlo estaría dando a entender que me quiero referir a mi propio caso indirectamente. Ahí sí estaría curándome, como tú dices, en salud.

Recibe un saludo mío y otro de un amigo que me ruega no salir del anonimato.

Drusila dijo...

No discutan, tan bonita que es la vida. Total, el que se ganó el premio, pues ya se lo ganó, y el que no gane nada escribiendo poesía, pues que se consiga otro trabajo. Y si no vamos a tener poetas buenos, pues leamos a los viejos. Conste que me apena escribir esto porque así como en el twitter y en el facebook, en los blogs, todo lo que escribes es usado en tu contra.

Jesús Gómez Morán dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Jesús Gómez Morán dijo...

A pesar del consejo de Drusila, quiero aclarar, mi estimado Luis Vicente, que el punto sobre la mesa para mí era debatir en torno a que en 2008 salió con raspones el veredicto que le concedió el Aguascalientes de poesía a Mario Bojórquez, quizás tocando de refilón lo de Sicilia en 2009 (aunque como en este caso tanto tú como yo ya expusimos nuestros puntos de vista, me da hueva volver a lo mismo) y del Jaime Sabines otorgado a Claudia Posadas (además del asunto de la homofobia resultado de un poema publicado en Círculo de Poesía y la denostación "poética" de DSP en Letras Libres contra los poetas de lira decimonónica). Como bien dices el caso de Fernández Granados, Baudelio Camarillo y el tuyo no venían a cuento: bajo esa lógica tendríamos que someter a revisión todos los premios y acabaríamos cuestionando la nómina de autores aparecida, hace 100 años, en la "Antología del Centenario" de Luis G. Urbina et al.

Lo que abiertamente desestimo de tu argumentación es que plantees (si no me equivoco en cuanto a tu intención) que si una vez o la mayoría de las veces el jurado ha actuado con probidad se dé por descontado que necesariamente siempre ha sido así. Presentar la perspectiva de una vendetta tenía por propósito poner de relieve que los ajustes de cuenta en nuestro medio se dan por algo. Pero por lo que a mí respecta, lo que pretendo con esta revisión crítica de las formas de reconocimiento a la labor poética es sumarme a las voces que piden un mecanismo más transparente (si eficiente no se puede) para llevarlas a cabo.

Recibe tú también un cordial saludo de tu interlocutor "sospechosista"...

Luis Vicente de Aguinaga dijo...

En realidad estamos de acuerdo en algunos puntos, Jesús. Personalmente juzgo no sólo inmoral, sino inútil dar prioridad a la sospecha y la irritación sobre la concordia y el reconocimiento, pero se trata nada más de una cuestión de talante. A propósito de los premios y de los jurados, por lo demás, yo juzgo que las fallas de los concursos (que no los fallos) proceden por lo regular del texto mismo de las convocatorias, que nunca suelen replantearse ni ponerse a prueba. Yo pienso, por ejemplo,

a) que no siempre tiene sentido concursar bajo pseudónimo (porque muchas veces los poetas comprometen su identidad "civil" en la escritura misma de sus libros, de modo que forzarlos a camuflarse bajo un pseudónimo es contraproducente),

b) que no siempre hay por qué premiar a los poetas con dinero (porque también se puede reconocer el mérito de un libro inédito editándolo, y el de un libro editado multiplicando la edición),

c) que los jurados no tienen por qué andar cambiando siempre de miembros (ya que hay premios en otras partes del mundo fallados año con año por un mismo e idéntico jurado, peculiaridad que refuerza el tono y la personalidad que se le quiere dar al premio), y

d) que los libros presentados a concurso no tienen por qué ser por fuerza totalmente inéditos (ya que abundan los autores que retoman sus viejos poemas y los corrigen o modifican hasta convertirlos en obras nuevas).

Pero sólo estoy dando ejemplos de lo que pienso. Es verdad que hay mucho que discutir... Va un apretón de manos.

Jesús Gómez Morán dijo...

Okey Luis Vicente: salud por esas propuestas y a pesar de las desaveniencias (que bienvenidas sean) ha sido un gusto dialogar contigo.