jueves, 10 de diciembre de 2009

Los centenarios: nada que festejar (excepto la UNAM)


El año se cierra y ante la inminente andanada de celebraciones cívicas es necesario dejar en claro algunos elementos de juicio: como el discurso oficial y los medios se van a empeñar medrosamente en el repiqueteo festivo con la intención de que todo el año entrante sea un 15 y 16 de septiembre continuo, habrá que hacer un alto en el camino y redoblar el mensaje de las voces disidentes. Si nos apegamos a los hechos (y contrariamente a lo que Walter Benjamin ofrece como un concepto de revolución sustentada más allá del éxito de la empresa), es necesario asentar que ni la Independencia ni la Revolución constituyen un legado vigente en nuestros días: fueron, en esencia, movimientos frustrados. Por ende, como dicen los Fabulosos Cadillacs, no tenemos nada que festejar.

En todo caso deberíamos remitirnos al movimiento de Reforma del cual se cumplieron los 150 años, y que a diferencia de la Independencia y la Revolución sí abanderó una causa triunfante ya que la misma generación de liberales encabezados por Juárez, política y militarmente consiguió derrotar a los conservadores y aplicar sus principios de lucha, los cuales tienen vigencia en nuestros días (mismos que nos distinguen de la mayoría de las naciones hispanoamericanas) como la separación entre Iglesia y Estado, y la educación laica, por ejemplo. Como bien lo asienta Mariano Azuela en sus novelas, en México en cambio ni la insurgencia independentista, ni Madero ni la Convención de Aguascalientes alcanzaron a ver exitosamente patentados sus principios de lucha como regla de convivencia social, ya que los arribistas que aprovecharon la coyuntura y accedieron al poder, tarde o temprano terminaron traicionando dichos principios.

Por lo tanto hay que voltear a otro lado con el fin de encontrar algo de qué enorgullecernos. Y en tal sentido se impone comentar la nota de actualidad en la que se da constancia de que el ejército, metido por la administración calderoniana en la lucha contra el narcotráfico, sistemáticamente ha violado derechos humanos elementales. No obstante la cucaracha blanquiazul que responde al nombre de César Nava, tratando de defender lo indefendible, aseveró que el ejército es nuestra mejor institución. Miente: nuestra mejor institución, y la razón de tener algo que festejar este año y el que sigue es la UNAM, ejemplo de grandeza reconocida recientemente con el otorgamiento del Premio Príncipe de Asturias. En este 2009 se conmemoraron los 80 años de que a la UNAM se le reconoció su autonomía y el entrante celebraremos el centenario de su reapertura.

Así que no se equivoquen compañeros: si no fuera por nuestra máxima casa de estudios el dispendio celebratorio del 2010 sería absolutamente insulso.


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